sábado, 17 de diciembre de 2011

El bandido descalzo


Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La mentalidad popular suele tener ciertas constantes, elementos que se repiten por décadas o generaciones. Es el atractivo de ciertas figuras que se ganan el favor popular por encajar en esas tendencias que llenan el imaginario colectivo. Una de ellas es la del ladrón simpático, la del ladrón que cae bien a la gente y nos permite un proceso de identificación con él. Han existido desde los Robín Hood a los Jesse James, los Zorros, Joaquín Murrieta, o nuestra versión hispana de la banda televisiva de Curro Jiménez. Son bandidos populares existentes en todas las culturas.
La leyenda del bandido simpático se construye sobre la justificación de su carrera delictiva —es empujado al robo—, no pretende hacerse rico —roba lo justo—, no hace daño a nadie —no debe ser violento—y, especialmente, deja en evidencia a las autoridades que lo buscan. Es este último factor el que mejor prende en la imaginación popular. Cuando la gente está descontenta (o muy descontenta) con sus autoridades e instituciones, los bandidos simpáticos permiten dar salida a través del humor, de los chistes y caricaturas, de las representaciones artísticas, las dosis de descontento, de hartazgo, acumuladas individual y colectivamente. Constituyen un mecanismo liberador, un autoajuste psíquico y social.


Este es el caso de Colton Harris-Moore, el bandido descalzo (Barefoot Bandit), un bandido adolescente, por seguir el título que Ramón J. Sender le puso a su recreación novelesca de la vida de Billy El Niño. Colton fue detenido en agosto de 2010 en las Bahamas, donde había llegado huyendo en una avioneta robada, y ha sido sentenciado ahora a siete años de cárcel por los más de treinta delitos de los que estaba acusado*.

Tom Cruise en Risky Business (1983)

La historia de Colton incluye episodios dignos de recreación en una nueva entrega de Mission: imposible: huidas en avión, salto de coches robados en marcha, fugar de centros de detención, etc.  Es el papel que a Tom Cruise le hubiera gustado hacer de no haber filmado Risky Business, otro delincuente simpático, un joven emprendedor que convierte su casa en burdel mientras los padres están fuera el fin de semana. 
Como no podía ser de otra manera, el muchacho tiene una legión de admiradores en las redes sociales. Joven, guapo y listo, tiene todo para convertirse en esa leyenda que una generación que tuitea su hazañas necesita. Colton tiene, como Jesse James, como Billy The Kid, Robin Hood o tantos otros, desde 2009, su propia balada:


Colton he was sly
And Colton he was fast
They could never pin him down
But he never hurt a fly
And he never killed a man
And he never will be found

So remember Mr. Lawman
And remember Mr. Crook
Watch close as he slips on by
For every step you take
Old Barefoot’s takin’ two
So fly on, Colton fly.**

Ahora ya está condenado, pero se encierra a la persona, no al mito. Cuando alguien te escribe una balada, has entrado en la leyenda, pues es una acción reservada a los que cuentan con el respaldo popular. Los hay que pretenden buscar es respaldo artificialmente, como ocurrió con nuestro “El Solitario”, el asaltante de bancos que pretendió convertirse en el “ladrón de los pobres” con la matización que lo único que hacía era robar bancos. Robar a los ricos no te convierte automáticamente en el ladrón de los pobres y la estrategia defensiva no le sirvió de nada. Tenía, además, muertes en su haber y eso ya le descalifica. Además, la peluca no le sentaba bien.


La sociedad tiene sus héroes en los extremos positivos y negativos. Tenemos nuestros héroes deportivos, culturales o económicos. Actores, deportistas, empresarios… pueblan nuestros sueños de éxito. Hay también otros sueños habitados por personas que tratan de sobrevivir en un sistema que favorece en el egoísmo y que encuentran la simpatía popular. Mientras el objetivo sea sobrevivir y no se haga un daño físico a las personas, mientras no sea la violencia el modo de trabajo, la gente le seguirá dedicando a personas como Colton páginas en Facebook, con más de 70.000 seguidores, o le dedicarán baladas e historias.

El fondo es siempre el mismo. Mientras exista la insatisfacción y mucha injusticia, aquellos davides que lanzan sus piedras a la frente del Goliat todopoderoso, tendrán un lugar en el imaginario popular. Es previsible que a Colton le sigan llegando peticiones de matrimonio. La gente seguirá comprando camisetas con su cara.
Puede, y eso le deseamos, que Colton tenga que dejar de pasarse la vida huyendo en avionetas robadas o saltando de coches en marcha y perdiéndose en los bosques. Aunque su leyenda siga, lo mejor sería que alguno de esos miles de seguidores le echara una mano y poder rehacer su vida. Unos zapatos calientes seguro que le vienen bien.



* “El famoso 'bandido descalzo', condenado a pasar más de siete años tras las rejas” El Mundo 16/12/2011 http://www.elmundo.es/america/2011/12/17/estados_unidos/1324077539.html?a=397531faf6bad2494414b9a2be512074&t=1324111174&numero=

** “The Ballad of Barefoot Harris (Written and performed by Michael Mirrielee)” http://www.coltonharrismoorefanclub.com/?p=47


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