miércoles, 9 de noviembre de 2011

Patriarcas sumergidos y dictadores felicitados

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿Es normal que miembros de un gobierno actual manden mensajes de felicitación a un dictador derrocado que espera juicio en la cárcel? Pues algo así ha sucedido en Egipto con motivo de la celebración del Eid, la festividad más importante del calendario musulmán, precisamente la que recoge el acto de sumisión de Abraham (Ibrahim) ante la petición de Dios de que sacrifique a su hijo. La “fiesta del cordero” es el sacrifico del animal en agradecimiento, una fiesta entrañable para la familia en la que se comparte y reparte la carne del animal.
Podemos pensar que es una cortesía excesiva y que algunos egipcios son tan educados que siguen felicitando a su antiguo jefe. Efectivamente, los egipcios son muy educados. Pero el hecho, recogido por el diario Al-Masry Al-Youm*, nos revela una vez más las paradojas de la “primavera egipcia” y sus lagunas gubernamentales; nos explica también el descontento de mucha gente por el giro que están tomando algunas cuestiones importantes. El pueblo se movilizó para hacer caer al dictador. Aguantaron todas las presiones en las calles y plazas hasta que el dictador se fue. La distinción entre régimen y dictador es importante y los egipcios la están aprendiendo cada día. Tienen la sensación de que, aunque Mubarak haya cambiado de residencia y esté siendo juzgado, hay muchos movimientos que desean que no se están produciendo como ellos querían. El temor a que los militares —los que tenían a Mubarak como jefe— quieran seguir controlando la situación y que estén fabricando otra vez una apariencia de elecciones sigue aumentando.

En Egipto todo se ha hecho siempre en la sombra. Al ser la "democracia" del régimen anterior una pantomima delirante y fraudulenta, la costumbre persiste y los repartos y negociaciones se hacen en la trastienda, pactando y colocando peones. Esto no era nuevo y las novelas del Nobel Naguib Mahfuz  ya nos muestran la situación en los años 20, cuando había que recurrir a los influyentes personajes que decidían quién salía por cada circunscripción electoral, siendo casi un suicido intentarlo sin el apoyo mafioso de los padrinos.
En el mismo artículo, el diario da cuenta de otras llamadas y mensajes más preocupantes si cabe:

Mubarak also received a half hour call from Tora prison, during which former People’s Assembly Speaker Fathi Sorour is reported to have said, “Don’t worry president, the elections are a complete mess and will explode.” 

Ya sea porque es su opinión o porque contribuye a ello con cualquier tipo de acción, que se tranquilice al dictador mandándole mensajes sobre el fracaso de las elecciones y su explosión, no deja de ser preocupante. Fathi Sorour fue el presidente del Congreso egipcio desde 1990 hasta que la revolución le hizo abandonar ese puesto tan querido. En Egipto cuesta abandonar los cargos. En caso de muerte o incapacidad de Mubarak, era quien debía ocupar su puesto según el ordenamiento legal. No es un cualquiera, sino el hombre elegido por Mubarak para cubrir las espaldas en caso de desastre. Su “percepción” de que las elecciones estallarán nos debe preocupar a todos.


Y del “patriarca” Mubarak, padre —según su último discurso— de todos los egipcios, a los que quería como a hijos, al patriarcado social. En el mismo diario, la profesora  de la Universidad Americana de El Cairo, Aliaa Dawud**, se lamenta de que algunos de los partidos que intervienen en los procesos negociadores, en la luz o en la sombra, estén tratando de recortar los derechos de las mujeres bajo el disfraz de la defensa de la familia. No se defiende la familia, se aumentan los derechos del hombre sobre la mujer o, si se prefiere, se entiende que en la familia manda el varón. Aprovechando la revisión de leyes anteriores, parece que algunos no tienen demasiado interés en mantener lo referido a la situación de la mujer y lo utilizan como moneda de cambio político. Con ello se contenta a los islamistas integristas. En concreto, temen que se vean afectados la “Kuhla”, el derecho a que sea la mujer la que también pueda solicitar el divorcio (que el Corán reconoce), la representación parlamentaria y la rebaja de la edad de la custodia los hijos menores por la madre, que es ahora hasta los 15 años (implica que el padre podrá solicitar antes de esa edad la custodia). Son tres causas muy diferentes, pero juntas marcan una tendencia, un retroceso.

Es importante señalar que “la política” y “ lo político” no significan lo mismo para unos y otros. Estamos acostumbrados a que nuestros partidos occidentales luchen por el Poder. Para eso hay que creer en el poder y en las instituciones que lo gestionan. Para algunos —los que no creen en más que una autoridad real incuestionada e incuestionable—, son más importantes estos tipos de cambios porque son el camino de fondo para poder tener lo que realmente desean, el control social. Hay una gran diferencia. Y hay que entenderlo.
El poder está sujeto a reglas cambiantes, a los vaivenes de la alternancia en una democracia. En la concepción de algunos, del integrismo, eso no son más que circunstancias temporales, vicisitudes del camino; es en la regulación de los roles en donde se encuentra realmente el poder. No hay poder al margen de las personas y, por eso, su control social es esencial. Si tienes controladas a las personas, da igual los derechos que les reconozcan; sencillamente irán desapareciendo por su inutilidad, rechazados muchas veces por los propios ciudadanos que comenzarán a dejar de valorarlos. Es la censura social, la costumbre convertida en Ley, al margen de las propias Leyes.

En la reseña del domingo pasado, La primavera árabe [ver entrada], señalamos la importancia que tenía la observación de Tahar Ben Jelloun sobre la inexistencia árabe de la individualidad y el peso de lo grupal, de la tribu a la familia, formatos que se transfieren a otras instituciones, incluido el Estado. Por eso el énfasis puesto en el recorte de derechos de la mujer es visto como un avance de las instituciones que suponen fuertes y de auténtica base social, reales, lo que llamaríamos “orgánicas”. La cuestión, como siempre, es que la familia es una estructura de relaciones en la que bajo lo colectivo anida el poder del uno camuflado retóricamente como voluntad del todo.
La cuestión de los derechos de la mujer es muy importante, la auténtica piedra de toque, de la evolución general de la mentalidad social. Lo ha sido en nuestra sociedad y los será en la de ellos. Sorprende que tantos empresarios viajen a establecer nuevos negocios en los países que intentan salir de sus dictaduras y no se vea más actividad intelectual de apoyo a las causas reales y profundas de la transformación social.
No se puede construir una democracia si no se reconocen derechos individuales y se reconoce con los mismos a las mujeres. Esto no admite vuelta de hoja. Hay muchas mujeres (y hombres) luchando por esto, sometidas a todo tipo de desprecios sociales e institucionales, y se merecerían un poco más de apoyo exterior, de ánimo en su lucha ya que en su propio escenario son más censuras y desprecios lo que reciben.
Aunque haya que entender la psicología de los pueblos y las culturas, todo esto no es más que una construcción artificial para explicar las cosas. Hay que entender los derechos de las personas, los que les afectan en su vida y apoyarlos en esa universalidad que proclamamos alegremente, pero que disfrutamos cómodamente allí donde podemos.


Las revoluciones árabes son un proceso en marcha. No se ha hecho más que lanzar la bola en la ruleta. Muchas de esas ruletas están trucadas a la espera de que se repita el mismo número una y otra vez. Haríamos bien en comprender el tipo de apoyo que necesitan las personas que luchan por esos derechos y que no tengan, una y otra vez, la sensación de que alentamos pero no apoyamos, de que hablamos mucho y hacemos lo justo, justito. Además de inversiones, cosa que ya algunos hacían con las dictaduras sin importarles demasiado, deberíamos esforzarnos en invertir en apoyos, en compartir preocupaciones, para que así aquellos que creen que luchan solos tengan una sensación de que su lucha le importa a alguien. Es importante para ellos y para nosotros. Si no, luego nos quejaremos de que piensen que solo nos importa sacar provecho.
Esto no ha hecho más que empezar. Está todo por hacer.

* “Tuesday's papers: Mubarak receives Eid wishes from current ministersAl-Masry Al-Youm 8/11/2011 http://www.almasryalyoum.com/en/node/512897

** Aliaa Dawud: “Backlash against ‘Suzanne Mubarak laws’ was inevitableAl-Masry Al-Youm 8/11/2011 http://www.almasryalyoum.com/en/node/512796



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