lunes, 14 de noviembre de 2011

La desconfianza



Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La invasión de los tecnócratas parece asegurada en todos los ámbitos: se quita un político y se pone un tecnócrata; se quita uno pródigo y se pone uno que ahorra. La pregunta es: ¿para qué sirven entonces los políticos? Claro, esta pregunta se la hacen todos menos los políticos, que prefieren no hacerla por sentirse demasiado involucrados. Quitan a Berlusconi y ponen a un economista “europeo”; quitan a Papandreu y ponen a otro “europeo”. En Italia han puesto al ex comisario europeo Mario Monti, al que llaman (empezamos mal) “Supermario”. En Grecia ya se habían adelantado nombrando al ex vicepresidente del BCE, Lukás Papadimos, como primer ministro. Los llaman tecnócratas porque así parece que les han puesto unas máquinas de café y no a unas personas al frente de los gobiernos, pero es para despistar. Un “gobierno de tecnócratas” es como si hubieran venido a desinfectarte el piso.


Como se puede apreciar, Europa no se arriesga y pide (o exige) que sean hombres de confianza europea y no de desconfianza nacional. Lo que está claro es que esta situación que estamos viviendo no puede repetirse. No es justo para nadie. Probablemente sea complicado buscar un solo culpable directo, aunque tiremos con bala contra unos y otros y tengamos nuestros villanos favoritos. Lo cierto del asunto es que se han juntado tantas cosas que es difícil responder. Pero lo que es evidente es que si no hubiésemos gastado tanto y no nos hubiéramos endeudado, esto no habría pasado. El que ha hecho el desastre creyendo que lo hacía muy bien es el menos indicado para arreglarlo. Europa ha tenido el detalle de enviar un nacional europeísta en vez de alguien de otro país comunitario. ¿No hablamos de movilidad laboral? ¡Pues quizá deberíamos empezar a pensar en ampliar las fronteras para los puestos políticos como se hace para los puestos de trabajo! ¡A usted que más le da que le mande un húngaro, por ejemplo, si a los de aquí tampoco les entiende! ¡Pues si el húngaro funciona…! Se trataría de ampliar aquello que dijo Suárez en su momento del “gobierno de amplio espectro”. Con ampliarlo un poco más… Si no lo hacemos, por lo menos metamos un poco de presión con este modelo “Amadeo de Saboya”, es decir, importar gobernantes en caso de baja calidad de los locales. Se pone un anuncio en el Segunda Mano y ya verás como despiertan.

Desgraciadamente por tener políticos con tan mal ojo clínico, Europa se ve obligada a enviar economistas de la casa. Al final, lo de la “unión” va a ir por la vía rápida. Lo de las dos velocidades es una alternativa, la otra es todos con el paso ligero. Y eso quiere decir ponerse las pilas productivas y empezar a aplicar políticas como las que tienen los países más serios, que no les va mal, caramba. Será mejor que los ciudadanos saquemos cuanto antes consecuencias, porque me temo que los políticos no lo van a hacer.
A veces defendemos lo que tenemos como si fuera una panacea y lo cierto es que funciona mejor que en muchos sitios, sí, pero mucho peor que en otros, de los que nos vamos alejando cuando deberíamos acercarnos. Hemos perdido fuelle en estos años. La demagogia política se paga. Distingo el gasto útil del gasto inútil porque entiendo que gastar no es malo cuando sirve para algo. Cuando, por el contrario, es un ejercicio demagógico destinado al clientelismo y a dejar las arcas públicas con más agujeros que un queso, gastar es malo, malísimo.

A esto no hemos llegado por tener una sanidad, una educación o una justicia mejor, algo de lo que llevamos años quejándonos. Hemos llegado precisamente por lo contrario: por gastar en inutilidades que han servido a muchos para asegurarse amistades, fidelidades y votos, incluso, a algunos, interesantes márgenes de beneficios. Esa sanidad o educación que ahora defendemos con tanto empeño, llevan años en huelga periódica quejándose no de los “recortes”, sino de estar desasistidas. Tiremos de hemeroteca y podremos comprobarlo. Puede que caigamos en la cuenta de que alguien nos está tomando el pelo aprovechándose de nuestra buena voluntad pública. Además de gastar más de la cuenta, lo hemos hecho mal. Hemos tenido que gastar mucho en parados por la obvia razón de que hay mucho paro. Al no solucionarse los problemas, los gastos se hacen necesarios.
La pregunta que nos hacemos ahora es si Italia y Grecia tenían a unos señores tan listos y estupendos, tan súpersabios, ¿por qué demonios no han estado al frente de los gobiernos antes?  La respuesta es tan tonta que no merece ser escrita.


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