martes, 22 de noviembre de 2011

Bombos y atizadores

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El diario El País de ayer titulaba uno de sus dos editoriales de la siguiente poco eufemística manera “Zapatero debe dimitir como secretario general del PSOE”*. Si el título era directo, el contenido lo era por partida doble, haciendo gala de ironía y otras figuras retóricas que el editorialista, pleno de recursos y argumentos, utilizaba a destajo y sin mesura. No creo que una petición de salida de la política haya sido tan fulminante —con el cadáver electoral aun caliente— y tan contundente en los años de la democracia.
Mientras el presidente en funciones se dedica a mirar con ojos de gato doblado por Antonio Banderas, las puyas y zarandeos verbales demuestran que el respeto que le quedaba en su campo de juego se ha quedado en el banquillo. Esta vez la historia la escriben los perdedores. Hemos pasado del “legado” de Zapatero al “negado” de Zapatero en menos que se cierra una urna.
No entramos en las luchas domésticas por el control de los partidos, ni en los “Roma no paga a traidores” ni en los “tú también, hijo mío”. Me interesa el papel del mensajero. Las razones expuestas en el editorial de El País son probablemente ciertas todas ellas y los habrá que piensen que se ha quedado corto e incluso que el tono es contenido.


Me preocupa que los medios que ahora se muestran contundentes con la colilla caída no lo hicieran antes porque esta situación no es de ahora, ni de tres meses, ni de seis. Me preocupa, que una vez más, los medios sean portadores de mensajes de los partidos y no de la opinión pública que debería ser —excepto en la prensa declarada de partido— su único objetivo y compromiso. La petición de dimisión de un secretario general de un partido la deben pedir los miembros de un partido, firmarla sin miedo en un artículo, no en un editorial. Sí puede y debe —algo que no se ha hecho— poder criticarlo e incluso pedir su dimisión como presidente de un gobierno. Los motivos expuestos en el editorial, contundentes todos ellos, no hacen referencia alguna al gobierno del PSOE, que es de donde se le pide que dimita, una vez que las urnas le han cesado de facto como presidente del gobierno español. Dice el editorialista:

Naturalmente no todo es negativo en el balance de la gestión de Rodríguez Zapatero. La retirada de las tropas de Irak, pese a la atribulada forma en que se hizo, el reconocimiento de los matrimonios homosexuales, los avances significados de la Ley de Dependencia, pese a la incapacidad de establecer un sistema de financiación de la misma, la actividad de fiscalía y policías contra la violencia de género y las leyes de paridad figuran relevantemente entre sus triunfos, junto a la ambigua rendición de ETA que, en cualquier caso, es un éxito político de todos los demócratas y un triunfo policial encarnado por Pérez Rubalcaba.
En el pasivo debe anotársele la desgraciada pérdida de presencia de España en política exterior, el debilitamiento de la cohesión territorial tras los avatares de la reforma del Estatuto catalán, la arbitrariedad y nepotismo en sus decisiones de política industrial, la lentitud en reaccionar frente a los primeros síntomas de la crisis global, y su incompetencia para los asuntos de la gobernación en medio de las dificultades.
Toda su gestión ha sido marcada por una ausencia de liderazgo comparable a la de la mayoría de los burócratas que gobiernan Europa y que se ha hecho sentir tanto en los asuntos nacionales como en el interior del Partido Socialista.*

Todos estos argumentos que se explican con tanta claridad, tras señalar que en León le espera su casa y su familia para su “descanso bien ganado”, como se dice con ironía, son un resumen de la ausencia crítica que esa misma prensa ha mantenido durante el mismo periodo que ahora se critica con saña.
El papel de los medios en una democracia es decisivo. Si los medios siguen ignorando la crítica al poder —manteniendo fidelidades— que están obligados a hacer en una sociedad de “opinión pública”, difícilmente cumplirán su función y todos nos resentiremos de esa ausencia.
Una parte de responsabilidad en la crisis brutal en la que nos encontramos corresponde al papel irresponsable de los medios cuando han sostenido las tesis oficiales sobre el “aquí no pasa nada”. Si hubieran mantenido un abierto debate frente a los problemas obligando a que las instancias políticas no pudieran ignorarlas, probablemente otra hubiera sido la situación. De hecho, parte de la crisis del endeudamiento de las familias se corresponde con esa “certidumbre” de que “todo iba bien” oficial frente a la “incertidumbre” que los mercados dicen ver en nuestro estado y situación. Esa consigna de “generar confianza” tiene el límite de la generación de irresponsabilidad en las decisiones ante la ocultación de las situaciones reales. Hubiéramos querido esa contundencia explicativa en los desastres acumulados antes de que muchos de esos desastres se produjeran. Si el "generar confianza" supone estar desinformados, apañados estamos, democráticamente hablando.

En España existe una especie de bipartidismo informativo que, lejos de servir a los ciudadanos, se vuelve cómplice de la ceguera inducida, del juego de prestidigitación que distrae la mirada de los problemas y la obliga a fijarse en trivialidades.
Los medios han dejado de ser críticos olvidando que la crítica honesta es su mejor baza y su obligación. Olvidamos que los privilegios constitucionales que les concedemos a los medios y profesionales de la información no es porque sean más guapos que el resto, sino porque concediéndoles estas garantías para desarrollar su labor a quien se está protegiendo es a los ciudadanos en su derecho a recibir una información honesta, veraz y crítica. Ignorarlo es peligroso y abusivo.
En España no hay prensa de partido, pero hay prensa partidista. La properidad profesional pasa por entenderlo. Las críticas realizadas a los medios desde perspectivas del 15-M, por ejemplo, han ido en ese mismo sentido al equiparar el bipartidismo  político con el bipartidismo informativo. Causa sonrojo para cualquier persona —da igual cuál sea su ideología— ver el tratamiento que se da desde una perspectiva de filias y fobias a los problemas reales de todos.

Nos hubiera gustado ver ese mismo editorial antes citado firmado por uno de los candidatos a la secretaría general del PSOE. Sería la señal de que el periódico acoge en sus páginas las voces críticas de los interesados y sería también una buena señal de que en el partido en crisis hay voces capaces de decir lo que muchos piensan sin necesidad de camuflarlo como editorial de un periódico. Es esta inversión —o pérdida— de los papeles lo que debe ser corregido por el bien de todos: de los medios, de los partidos y, sobre todo, de una ciudadanía a la que se maneja a través de golpes de efecto y consignas mediáticas.
Como ciudadano, como lector, quiero que el medio se identifique conmigo, que esté de mi lado y no lo contrario, que sea una herramienta para reclamar mi adhesión a unos u otros atendiendo a sus intereses y suavizando o agriando la realidad que vivimos. Necesitamos que nos digan lo que no nos gusta escuchar. Eso vale para políticos y medios. Se llama madurez.
Los ciudadanos necesitamos estar bien informados. Los medios deben separarse de los partidos, de sus dependencias en todos los niveles. No pueden ser sus portavoces, lo encargados de tocar el bombo —cuando toca ocultar los errores cometidos— o de agitar el atizador —cuando interesa azuzar al oponente—. Desgraciadamente, esta reflexión sobre el papel de los medios está ausente del escenario informativo. El que entra a trabajar en un medio sabe bien a quién tiene que vituperar y a quién debe alabar. Es sencillo. Muy de vez en cuando, asistimos al espectáculo masoquista y minoritario de alguna voz solitaria que hace alguna reflexión pública sobre lo que le ha tocado decir o lo que le ha tocado callar. Su conciencia angustiada se lo pide. Pero son momentos esporádicos de debilidad. Después, la rutina del bombo y del atizador vuelve a imperar.

* “Zapatero debe dimitir como secretario general del PSOE (Editorial)” El País 21/11/2011 http://www.elpais.com/articulo/opinion/Zapatero/debe/dimitir/secretario/general/PSOE/elpepiopi/20111121elpepiopi_10/Tes


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