lunes, 3 de octubre de 2011

¿Qué y de dónde?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Uno no deja de sorprenderse de ciertas consideraciones que se ponen sobre la mesa. Hay expresiones como “moderación salarial” que hacen levantar una ceja porque no sabes si te están tomando el pelo o no. Está tan pervertido el tema del empleo en España que ya no sabes de dónde, de qué país están hablando. Cuando te dicen que elijas, que o despidos o recortes, te descolocan, porque eso solo se puede referir a una parte cada vez menor de la población activa, es decir, descontados los cinco millones de parados a los que ya no les puedes ni despedir ni recortar. Después están los empleados precarios, a los que puedes despedir, pero apenas les puedes recortar. También están los “becarios”, a los que tampoco se puede recortar mucho y que, como te salen tan baratos, no te merece la pena despedir. Sus sueldos están “moderados” hace mucho tiempo. Finalmente, te queda la opción de que te trabajen gratis.

Luego está eso de que “como tenemos moneda única” y no podemos “devaluar” no podemos exportar más. La pregunta entonces es “¿exportar qué?”: ¿campos de golf, chiringuitos playeros, urbanizaciones, “nueva cocina”, equipos de fútbol, más jugadores a la NBA, telescopios canarios..? Exportar… ¿qué? Nos dicen que el sector exportador está al límite, sea de lo que sea, dadas las limitaciones productivas agrícolas, ganaderas, etc. ¿Empresarios…? Se están exportando solos hace mucho tiempo. ¡Qué remedio! Y los trabajadores, igual. ¿Nos hemos condenado a volver a los años 50 y a exportar trabajadores (esta vez cualificados) para que envíen a casa lo que ahorran? ¿Vente a China, Pepe? ¿A Alemania de nuevo, siguiendo la invitación de Merkel?
El problema es que la economía mundial se ha parado y el ahorro español se está gastando. Sin vender y sin comprar, no hay nada que hacer. Da igual lo que hagas, aunque algunos piden para que cuando lleguen “vacas” más entradas en carnes esté ya hecha la labor de poda. Esa es la impresión que se tiene a veces, que se piden viejas reivindicaciones, más que soluciones a los problemas presentes. La situación actual es muy compleja y el problema real es que hemos llegado a límites tras los cuales las soluciones depende en gran medida de fuera, de una reactivación de la economía mundial que, hoy por hoy, no ven más que nuestros “prometedores políticos”.


Dice el candidato Pérez Rubalcaba: "No vamos a decir que vamos a crear millones de empleo, pero sí que mientras salimos de la crisis estaremos a su lado, con prestaciones"*. La pregunta es ¿de dónde?, ¿de dónde piensan sacar más dinero para más prestaciones con menos ingresos? El candidato Rajoy ha prometido dinero a los que creen empleo.
Los españoles ya hemos pasado la fase de sentirnos tranquilos porque un político nos diga que nos va a dar dinero, y hemos pasado a la fase siguiente: ¿de dónde lo va a sacar? Esa es ya la única pregunta posible en nuestra situación, la que marca la diferencia entre la promesa y la realidad. Y ninguno de los candidatos está yendo más allá. Seguirán colocando deuda cada vez en peores condiciones porque el aumento de los intereses de la deuda es la contestación que los mercados dan a sus propuestas insuficientes o inviables. Les están diciendo claramente que no pueden gastar más sin ingresar. La retirada de la salida a Bolsa de Loterías del Estado ha sido elocuente.

Solo se puede sacar de donde hay. Cuanto más paro, menos de donde sacar y más gasto.; cuanto más precario sea el empleo y más bajos los salarios, menos de dónde sacar y menos consumo.  La papeleta no es fácil. Este es el problema de tener una economía frágil y poco productiva, que es lo que nos recriminan. La teoría política dice “ganemos y ya se nos ocurrirá algo”. Como forma de llegar al poder vale, pero para poco más. La variable egocéntrica de la teoría política dice  además “ganemos e inspiraremos confianza y todo se arregla solo”. La confianza de los empobrecidos no da mucho de sí, la verdad. Hace falta algo más.
Mientras no se modifique nuestra endeble industria y los apoyos se concentren en los sectores que realmente sean capaces de exportar y, por tanto, de generar empleo; mientras se siga malgastando, desaprovechando nuestra inversión en formación, es decir, gastar para mandar a nuestros doctores fuera, seguiremos siendo una economía de papel, un barquito a la deriva que necesita de muy buenas condiciones ambientales para prosperar. Es la única explicación para el paso de un crecimiento rápido a un hundimiento más rápido todavía. Ni producimos suficiente ni innovamos; solo vendemos y revendemos. Frenada la construcción, se para todo. Detenido el consumo, se para el resto.  La falta de inversión empresarial en investigación es un síntoma claro de que el dinero rápido se ha preferido a una economía sólida.

La visión política debería haber suplido la falta de visión del conjunto empresarial, pero eso es de lo que carecemos, de una visión estratégica en nuestro desarrollo. Ese es el error de decir que cuando los españoles ganan dinero, la economía va bien. La solidez de una economía se tenía que haber manifestado a través de la creación de empleo y nuestros sucesivos gobiernos han sido incapaces de afrontarlo, solo han propuesto medidas pensando que los salarios eran el problema o los contratos. Esa es una respuesta estereotipada que se demuestra absurda con cinco millones de parados. Es la falta de empleos estables lo que ha hecho aumentar el impago de la deuda familiar, el aumento de la morosidad, con lo que implica de problemas en cadena. Se ha estimulado un falso crecimiento basado en un consumo amparado en lo que no se tenía entonces y ahora no llega. A la morosidad de la Administración se suma la de los administrados. Otro círculo vicioso, porque la Administración está dejando de ingresar por la paralización de la economía y aumentando el gasto por lo mismo. Por eso los que proponen recaudar menos e invertir más, son poco fiables. Son los amigos de la deuda indefinida.
Tendrán que hacer un cocktail equilibrado de medidas, quitar lo suficiente de un lado y de otro para que no se venga abajo el edificio, en estado bastante calamitoso. Con los ingresos decreciendo, las únicas medidas posibles no serán fáciles. Lo importante de esta crisis es que pondrá a prueba muchas cosas, a políticos y ciudadanos, a empresarios y trabajadores. Lo verdaderamente importante es aprender y no repetir los mismos errores que nos va a costar mucho tiempo reparar. Nunca se sale de una crisis así ni fácilmente ni con sonrisas. Los ciudadanos lo estamos aprendiendo. Los políticos, ¿cuándo?
Ya no vale la demagogia. Hay que hablar claro y decir qué y de dónde.



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