lunes, 10 de octubre de 2011

California vs Alabama: sueños y pesadillas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La posibilidad de que en un país puedan existir diferencias tan abismales como las que se plantean entre las legislaciones aprobadas por los estados de California y Alabama no deja de sorprendernos. Que el presidente Barack Obama haya decido recurrir la legislación de Alabama no es suficiente como para compensarnos de la sorpresa. De todas formas, es una sorpresa relativa porque Estados Unidos es —salvo error por mi parte— el único país que tiene repartida la pena de muerte de forma intermitente por su geografía. ¿Cómo puede un país acumular diferencias de ese orden, de ese calado? Por muchas diferencias que veamos en comunidades de otros países, no creo que se llegue a una distinción que demuestre diferencias de sensibilidad tan grandes en un tema importante como es la pena de muerte.
Ahora se ahondan las diferencias con otro tema capital: el derecho a las ayudas educativas a los hijos de los inmigrantes que están indocumentados. Parece que estar a un lado u otro de una línea es determinante para cómo se piensa y siente. El porqué se acumulan diferencias entre estados no debe ser sencillo de explicar, aunque no dudo que existan explicaciones más allá de que los de Alabama son de Alabama y los de California, hispanos. Indudablemente, existen diferencias, pero la pregunta es cómo se van acumulando diferencias en el tiempo, cómo se produce esa especie de diversificación que hace que dos personas de estados distintos acaben en posiciones contrarias tan señaladas.


La ley de Alabama ha tenido el efecto de alejar a los niños y jóvenes indocumentados de las escuelas por temor a ser deportados. Se puede comprobar así quiénes está legalmente en el país y quiénes no. Las escuelas sirven de detectores de 'ilegales'. No hace falta buscarlos, ellos vienen a ti. La duda es si realmente lo que se busca es deportarlos o si se trata de reducir el gasto escolar mediante una elección dramática: el emigrante ilegal hace que sus hijos dejen de asistir ante el riesgo de detección, detención y deportación. Se mantiene al inmigrante aprovechando su trabajo, pero se evita el gasto escolar. Es cierto que el porcentaje de Alabama (el 3%), nos dicen, está muy por debajo de la media nacional (12%), pero también lo es que es el estado con mayor crecimiento de población hispana en la década anterior. Son legislaciones del miedo. Los residentes empiezan a considerar que viven una auténtica invasión y se desencadenarán todos los males que acabarán con ellos. Es la base sobre la que trabaja la xenofobia y el racismo, el miedo. En épocas de crisis, los discursos de los costes elevados, del que se gastan nuestros recursos, etc., suelen ser los más recurrentes. Llueve sobre mojado y Alabama vuelve a ser tristemente noticia después de haber sido escenario de las luchas más duras por los Derechos Civiles en los años 50 y 60.

El muro de Arizona
Hoy vuelve a asistirse a esos espectáculos de persecución directa e indirecta. La aprobación del “racial profiling”, el “perfil racial”, como base para las actuaciones policiales en Arizona significa sencillamente que eres sospechoso por tu nacimiento y aspecto. Significa que se criminaliza a toda una comunidad, que pasa a ser sospechosa, y que se utilizan sus rasgos para convertirlos en motivo suficiente de detención verificativa. No tienes que haber hecho nada. Eres sospechoso por tu origen, por tus rasgos, por la idea que otro tiene en mente de cómo es un criminal. Eres un delincuente más probable que otros por un color de piel diferente. Gentlemen prefer blondes.

Ahora se da una vuelta de tuerca más. Hasta el momento, Alabama había exigido la residencia para contrataciones de los servicios básicos (la luz, el agua…). Es la forma de convertir a los demás trabajadores en inspectores y delatores, y las empresas en comisarías. Pero la cuestión de la educación afecta directamente a los menores escolarizados, que verán comprometido seriamente su futuro si dejan de asistir a las escuelas. Al final se producirá el cumplimiento de la profecía. Entre los menores que dejan de asistir a la escuela se producirá un aumento de la delincuencia, con lo que los legisladores demostrarán al mundo cuánta razón tenían al decir que aquellos emigrantes eran futuros delincuentes.
California, por el contrario, ha aprobado conceder becas a estudiantes en condiciones irregulares. También lo han hecho Texas y Nuevo México. De esta forma apuestan por la estimulación de los mejores alumnos que lleguen de fuera. El aliciente de las becas tiene un efecto de superación importante. Mientras Alabama y Arizona apuestan negativamente, California, Texas y Nuevo México lo hacen positivamente, estimulando. Unos echan de las escuelas; los otros tratan de aprovechar su potencial estudiantil como apuesta de un futuro integrado.

La pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo se pueden dar diferencias tan grandes? La respuesta, más allá de los intereses electorales (que sirven siempre para explicar todo) no está en la genética. Creo más bien que es el peso de la tradición liberal o la contraria, la forma en que cada uno de esos estados se percibe. Alabama es hija de su historia, como lo es California de la suya. Aunque la Historia esté en crisis, no lo están los que creen en ella.
En California han llamado a esta ley que permite soñar con la universidad el “Dream Act”. Nada más apropiado. Alabama, en cambio, prefiere prolongar su propia pesadilla.


- “Alabama impone una ley migratoria que aleja a los menores de las escuelas” El País 5/10/2011 http://internacional.elpais.com/internacional/2011/10/05/actualidad/1317843668_538684.html

- “California dará becas públicas a los estudiantes ‘sin papeles’ para ir a la universidad” El País 9/10/2011 http://internacional.elpais.com/internacional/2011/10/09/actualidad/1318175969_801411.html



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.