lunes, 26 de septiembre de 2011

Europa se demuestra andando

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Escribió David Hume en su Investigación sobre el conocimiento humano:

Los tontos son activos propagando el engaño, mientras que los sabios y cultos se contentan burlándose de su absurdo, sin informarse de los hechos en virtud de los cuales puede refutarse. (145)*

Porqué los tontos son tan activos es uno de los misterios de la Naturaleza. Tenía razón Hume en su observación sobre el comportamiento humano. La actividad de los tontos contrasta, en cambio, con la falta de energía de los sabios y cultos, que deciden invertir sus energías en cosas más productivas que combatir la estupidez. ¡Tremendo error! A diferencia del cultivo de la cultura y la sabiduría, que requieren tiempo y esfuerzo, la estupidez, ligera como el viento, se propaga a gran velocidad introduciéndose y asentándose en los lugares más insospechados. La tontería siempre tiene a su favor el número y la facilidad con la que se ponen de acuerdo. Allí donde las personas inteligentes sospesan meticulosamente sus decisiones y juicios, los que carecen de seso se ponen rápidamente manos a la obra con sus disparates contagiosos.

David Hume
La idea de la descomposición de Europa** es de una solemne estupidez. Y esta es su principal garantía de prosperar. Por esto mismo, las personas capaces de construir argumentos  en contra deberían empezar a reservar un poquito de su tiempo para tener las ideas a mano para el caso de una necesidad mayor.
Estamos demasiado preocupados por el euro y es solo una parte del asunto. Me temo que van a ser necesarias las mejores argumentaciones para contrarrestar los efectos de esta situación crítica, que deja en evidencia nuestro pobre europeísmo. Por esto precisamente, para evitar que se propaguen las tonterías, creo que lo más prudente es insistir en el refuerzo de lo que nos une o al menos de aquello en que habíamos quedado todos que nos unía, ya que en estas cosas el querer también cuenta y crea lazos consistentes. Porque de lo que se trata es de querer y no de otra cosa.
Europa se demuestra andando. La solvencia de Europa es la solvencia de la idea de Europa. Europa no es el pasado: es la voluntad de futuro común.  Las disquisiciones sobre qué es Europa están muy bien, pero no resuelven nada. En estos momentos, la crisis del euro es solo la superficie de otra crisis que no es más que la constatación de los débiles lazos europeos.

La estupidez avanza. Los tópicos como forma de antieuropeísmo (I):  la suma de defectos
Tal como se ha ido desarrollando la historia, la única opción sensata es trabajar en una unión europea más allá del euro, porque si solo es este el motivo de nuestra unión, no merece la pena. Es de una gran ingenuidad pensar que todo pasa por el euro, pero es lo que se ha hecho. Cuando se han vendido las “ventajas” de Europa, se ha supuesto que la unión es cuestión de sopesar ventajas y desventajas, una decisión de cálculo. Eso plantea muy poca fe inicial, ya que se basa en el mero interés. Si me viene bien, adelante; si no, me salgo o te echo. Y así no se debe funcionar.

Europa es un acto de fe. Eso es más consistente que ampararse en mitos fundacionales. Es curiosa la mezcla extrema entre pragmatismo económico y mitología europeísta que nos ha guiado hasta el momento. Por un lazo las “razones” del euro y por otro los “mitos” fundacionales, una inexistente Europa pasada. Quizá tenga que ser así y Europa sea un conglomerado de todo tipo de razones y sinrazones. Quizá todas las sociedades lo sean. Pero es importante que no se cimente nuestra unidad en lo más inestable de todo, como es lo económico, porque entonces duraremos poco. Si Europa acumula desigualdades en algo es en lo económico; por eso es un error construir una Europa económica sin una voluntad equilibradora. Muchas de las medidas que se piden ahora, deberían haberse solicitado hace tiempo para evitar que ocurriera esta divergencia. Los esfuerzos por la convergencia económica se deberían haber mantenido y entre unos y otros —más culpa de los gobiernos nacionales, principales responsables— se han olvidado. Los mayores enemigos de Europa son los interesados en que haya grandes diferencias, que existan europeos de primera, segunda y tercera. Hoy, Europa es, de nuevo, la Europa de las grandes desigualdades económicas.
Si no tenemos la capacidad de sobreponernos a nuestras crisis no será fácil sobrevivir. Por eso es importante que las personas serias —no solo las cultas y sabias, como pedía Hume— se pongan a pensar y repensar, más que en lazos, en compromisos que son los que nos deben guiar al futuro. Europa ha estado fallando porque ha dejado de buscar la comunidad real y se ha contentado con la superficie del intercambio. Eso crea una moral débil. Si además de mirarse las cuentas unos a otros, se hubieran dedicado a buscar un desarrollo más armónico, quizá no tendríamos muchos de los problemas que tenemos ahora mismo. Habríamos tenido un mayor equilibrio, pero no se ha hecho así. La "convergencia" no era la entrada en un club; debía ser la voluntad constante de crecer juntos. Y no ha sido así.

Europa debe seguir y Europa debe cambiar. Debemos aprender que si no seguimos un camino firme, que abarque todos los senderos de la unidad y el compromiso, es fácil que se pierda la idea central, que no es más que la voluntad y la fe en una Europa común, en que cuando se diga “europeos” se refiera a una realidad más uniforme. Los que hacen circular los vientos del nacionalismo, la xenofobia, la intransigencia y la intolerancia siembran esa estupidez que, no por serlo, deja de ser peligrosa, tal como nos advirtió Hume.
Puede que haya que trabajar algo más para lograr una Europa inteligente e inteligible, pero se debe intentar. Es una buena idea, aunque avanza más lenta que la estupidez.

* David Hume (1983 3ª): Investigación sobre el conocimiento humano. Alianza, Madrid.

** "La idea de Europa se está apaganado". El País 25/09/2011 http://www.elpais.com/articulo/internacional/idea/Europa/apagando/elpepiint/20110925elpepiint_1/Tes

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