jueves, 11 de agosto de 2011

La desaparición de los villanos de la historia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Drew Westen es profesor de psicología en la Emory University y autor del libro “The Political Brain: The Role of Emotion in Deciding the Fate of the Nation”. Su campo de trabajo, el Storytelling, ha tenido en los últimos años un desarrollo importante en muchos ámbitos, de la publicidad a la política. Westen ha sido un influyente asesor en este campo político y social para ONG y candidatos demócratas.
El Storytelling es una corriente de amplias aplicaciones que parte del hecho de que en nuestro cerebro, en su configuración, en nuestra vida cotidiana y nuestra sociedad, las historias juegan un papel esencial. Las “historias” nos permiten establecer conexiones explicativas sobre el mundo y sobre nosotros mismos cuando nos proyectamos en ellas. Una “identidad” es un conjunto de historias con un sujeto común como protagonista. Nosotros somos los protagonistas de nuestras acciones narrativas que pasan a ser las historias que nos explican. Contar es un hecho individual y social esencial. En el plano social, las historias o "mitos" configuran nuestra identidad colectiva y estructuran nuestras creencias.
Esto se ha desarrollado no solo en el campo de la psicología. Por ejemplo ha tenido una gran importancia en el campo empresarial donde se ha pasado de una identidad fijada en la “marca” a una identidad basada en la “historia”. Se considera que la primera es abstracta y distante, mientras que la “historia” es emocional, empática. En política, ha sido esencial desde la época de Reagan, contador nato, la creación de historias comunes, capaces de envolver al conjunto del electorado bajo un mismo protagonismo. Hacer sentir a todos que forman parte de la misma narración ha sido el objetivo. Y en eso han estado inmersos politólogos, psicólogos, sociólogos y publicistas. El libro de Obama sobre su padre es un buen ejemplo de ello. Lejos de ser una obra abstracta de política, es un intento de encarnar (la palabra es importante) las ideas en acciones y situaciones. Es más fácil llegar a la gente y que se identifiquen con las propuestas.
Drew Westen ha publicado un largo e interesante artículo en la Sunday Review de The New York Times con el título “What Happened To Obama?”*. En él plantea:

The stories our leaders tell us matter, probably almost as much as the stories our parents tell us as children, because they orient us to what is, what could be, and what should be; to the worldviews they hold and to the values they hold sacred. 

El liderazgo se resuelve en la capacidad de establecer historias que den coherencia a los sentimientos y pensamientos de la mayoría. Obama fue capaz de ofrecer esas historias y poner de su lado al pueblo norteamericano, al menos a los que le votaron. Votar no es simplemente acercarse a una urna y depositar el voto. No es tampoco el fin de un proceso. Es el inicio de un compromiso moral y emocional, y también narrativo. Los electores, como los lectores, se fabrican una expectativas sobre cómo ha de discurrir la historia tras las primeras páginas que son las campañas electorales. La crítica generalizada a Obama es que el guión ha cambiado, que la historia ha pasado, si podemos expresarlo así, de ser un western épico a una comedia de teléfono blanco con un final cínico.
Para Drew Westen, la historia esperada era esta:

“I know you’re scared and angry. Many of you have lost your jobs, your homes, your hope. This was a disaster, but it was not a natural disaster. It was made by Wall Street gamblers who speculated with your lives and futures. It was made by conservative extremists who told us that if we just eliminated regulations and rewarded greed and recklessness, it would all work out. But it didn’t work out. And it didn’t work out 80 years ago, when the same people sold our grandparents the same bill of goods, with the same results. But we learned something from our grandparents about how to fix it, and we will draw on their wisdom. We will restore business confidence the old-fashioned way: by putting money back in the pockets of working Americans by putting them back to work, and by restoring integrity to our financial markets and demanding it of those who want to run them. I can’t promise that we won’t make mistakes along the way. But I can promise you that they will be honest mistakes, and that your government has your back again.”* 

Una historia de este tipo, cimentada en el “nosotros” implicativo y afectivo, era la que la ciudadanía esperaba, con la que deseaba identificarse y con ella hubiera estado a su lado. Pero no es eso lo que ha ocurrido.


En las historias de Obama, nos dice Westen, se ha producido un hecho grave, la desaparición de los “villanos”. Toda historia necesita de una lucha de antagonistas, tiene que tener una fuerza del bien venciendo a otra del mal, ya sean los anticuerpos venciendo a los virus o los ganaderos venciendo a los ovejeros. Cuando Luke Skywalker se enfrenta a las fuerzas del Imperio, el público se siente a su lado, le apoya. Si Luke decide ignorar que existe Dark Vader y trata de solucionar los problemas del universo solo con su esfuerzo o pactando, el público se pasa a la sala de al lado. Todo equipo necesita un “a por ellos” para unir sus fuerzas, pero para eso necesita saber quiénes son “ellos”.

“In times like these, millionaires ought to be giving to charity, not getting it”, escribe Drew Westen. Este paso de ser los villanos a los que había que hacer pagar la crisis causada por sus desmanes, al salvamento de los ricos, a la protección de sus privilegios, se ve como un cambio de historia en mitad del libro, como un incumplimiento de las expectativas, narrativas y electorales.
¿Qué le ha pasado a Obama?, se pregunta Drew desde el título. Da varias posibles causas del cambio narrativo y político. La explicación “más caritativa”, nos dice, es creer algo que les ocurre a los demócratas cuando ganan, que piensan que a los “votantes centristas” les gustan “políticos centristas”, salomónicos y acaban bloqueados. Otra menos caritativa, señala, es que además de ser una nación rehén del partido republicano, el presidente actúa preocupado por su propia reelección. Peor explicación es considerar que se ha dejado corromper, consciente o inconscientemente, por el poder del sistema ante el que difícil resistirse. La última explicación, nos dice, es que Obama se postuló como un doble y contradictorio candidato, como enfrentado a la derecha radical y simultáneamente como unificador de las fuerzas políticas, decantándose por este último papel.


Sea por los motivos que sean, en política pesan más los resultados, sobre todo si eres incapaz de explicar las causas. Los ciudadanos americanos están pendientes de las nuevas entregas narrativas del serial político. Quieren comprobar si deben continuar leyendo o buscar otra historia.
En la medida en que los ciudadanos del mundo han leído la historia de Obama, también las expectativas llevan mal camino. Las historias que comienzan en Wall Street o la Casa Blanca tienen también muchos episodios en otras partes del mundo.

* Drew Westen http://www.nytimes.com/2011/08/07/opinion/sunday/what-happened-to-obamas-passion.html?pagewanted=1&ref=general&src=me


La teoría del Storytelling en términos de encuesta popular. Un ejemplo claro.



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