domingo, 7 de agosto de 2011

Capitalismo de casino

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Una vez más el mundo de las finanzas nos sorprende. Lo que se ha dado en llamar despectivamente el “capitalismo de casino” deja de ser una metáfora para ser cada día una denominación precisa. Estos selectos señores están en un juego en el que las fichas son el mundo entero. La rebaja de la calificación de la deuda de Estados Unidos por una de las tres agencias de calificación, Standard & Poor’s, tiene mucho de desafío, de órdago sobre la mesa, Las debilidades demostradas por Obama al enfrentarse a los responsables de la crisis financiera desde el 2008 se están pagando ahora. Porque lo que están rebajando no es la calificación de Estados Unidos, sino de su presidente. Parece claro que el sistema financiero lo está debilitando de cara a su próxima reelección. A nadie se le puede escapar que esto es una decisión claramente política, como es toda decisión económica en estos niveles en los que se está jugando la partida en los últimos meses. Los que habían decretado la muerte del capitalismo financiero, la necesidad de regular los mercados, dieron por muerto al enemigo antes de tiempo. Dos años después, el oso vuelve a tener la piel lustrosa. Ahora tienen a todo el orbe pendiente de sus reacciones histéricas, calculadas, o ambas cosas a la vez.

Esto se parece cada vez menos a un pánico y más a una operación de elevación de intereses de la deuda en todos los terrenos con fines especulativos. Cada vez da menos la impresión de que estemos en medio de la incertidumbre y más en medio de una operación calculada. Puede que la deuda europea no haya sido más que un calentamiento especulativo, un mover el fondo de la poza para que las aguas se vuelvan más turbias y ocultar el movimiento de los tiburones. Los que creen en la autorregulación transparente de los mercados no deberían pasar de primer curso en las facultades de Economía.
No deja de ser paradójico que sea China, la mayor acreedora de los Estados Unidos, quien esté dando instrucciones sobre las consecuencias de su endeudamiento. La paradoja se traduce en asombro cuando China le indica a Estados Unidos que debe reducir sus gastos militares para controlar su deuda. Esto tendrá un coste político en la carrera futura de Obama: los más importantes compradores de la deuda norteamericana son los chinos. Como han señalado los expertos desde hace tiempo, las economías norteamericana y china están emparejadas por las deudas. Lo que se estaría debatiendo es quien lleva la voz cantante en este dúo. Lo que la deuda ha unido, no lo separa el hombre.

En cualquier caso, la percepción del electorado norteamericano de una dependencia de China es negativa para Obama, que no es quien ha creado esta dependencia. Lo barato sale caro y el desequilibrio es manifiesto. Los países que hoy pueden comprar no son los más recomendables políticamente como acreedores. Es algo que los analistas llevan avisando desde hace mucho tiempo. ¿Cómo interpretará esto Norteamérica?:  como se lo hagan interpretar. Si Obama necesita dinero para sus reformas ambiciosas tendrá que buscarlo. Y el dinero hoy, con el mundo árabe revuelto, solo sale de los ricos o de los chinos. A los primeros tendría que aplicarles impuestos y es más fácil que te lo den los chinos. Eso es más deuda y más especulación. La ruta de las seda se vuelve un camino áspero.


La percepción social se dirige con imágenes como esta

Han sido los conservadores los que han tenido al gobierno mendigando por un acuerdo hasta el último momento y es ese acuerdo el que ha hecho que una de las tres agencias rebaje la calificación. Una de las candidatas conservadoras a la Casa blanca, miembro del Tea Party, ya ha salido a tomar posiciones. Lo han percibido todos. Ven a un Obama debilitado, pidiendo al pueblo que llamaran a sus congresistas para presionarles,  con una crisis nacional de credibilidad y crédito que puede ser tan mala como la que llevó a George W. Bush contra las cuerdas. Los habrá que salgan ya pidiendo más mercado. Los enemigos de Obama siguen siendo los ultraconservadores y los tiburones financieros. Ambos están saliendo beneficiados, unos con votos y desgaste político, y otros con mejores condiciones financieras por las inyecciones de dinero, marcando territorio y diciendo quiénes son los que mandan. Algunos saldrán doblemente beneficiados, política y económicamente.
El dos y el tres no tienen porqué saber que suman cinco. Basta con que haya una inteligencia que los sume poniéndolos juntos. El que lleva una embarcación no crea el viento, solo lo aprovecha. Las piezas de todo este tinglado terrible acaban desembocando en Estados Unidos. Lo que comenzó allí, vuelve —por ahora— allí. La tierra es redonda.


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