domingo, 3 de julio de 2011

¿Tienen moraleja los cuentos inmorales? La fábula del zorro y el zorro

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Se pregunta Maureen Dowd, en The New York Times*, si el cuento del choque de un “depredador” y una “mentirosa” puede contener alguna moraleja, si un cuento inmoral puede tener un final moral. Se refiere la columnista al caso de Dominique Strauss-Kahn y los acontecimientos que han llevado al fiscal Cyrus R. Vance a rebajar el caso y poner en libertad provisional sin fianza al ex director del FMI. Las acusaciones siguen donde estaban, pero, como señalamos en su momento, el caso se centraría en desacreditar a la víctima del ataque. A pesar de las evidencias físicas existentes —Maureen Dowd señala que entre bastidores la policía sigue creyendo que hubo agresión—, este tipo de casos se basa en la credibilidad de la denunciante. Como les gusta decir a los norteamericanos, se puede quedar en un caso de “He said – She said”, en el que la credibilidad actúa siempre a favor del que no miente habitualmente.
Aunque uno se pueda preguntar ¿qué maldita moraleja tiene este cuento?, lo cierto es que la tiene. Y varias. La primera de ellas se refiere a los fiscales en el sistema americano. Evidentemente, los norteamericanos no van a cambiar el carácter político de sus fiscales, no van a cambiar que se considere estos puestos como un gran peldaño político y el éxito sea esencial para hacerse una carrera. Pero se dan cuenta, una vez más, de los peligros que entraña. El primero es lanzarse de cabeza a un caso que te lleve a la fama y el segundo es abandonarlo rápidamente si te puede llevar a la ruina. El señor Cyrus R. Vance puede estar tranquilo; ha hundido su futura carrera política, sea cual sea el resultado. Muchos políticos actúan con el pensamiento en la opinión pública, pero a la opinión pública no le gusta que se note mucho.
Todo se ha centrado en desacreditar a la denunciante y parece ser que lo han conseguido, por lo menos lo suficiente como para que el Sr. Vance Jr. no se atreva a meterse en el caso por temor a que puedan salir cosas que le arrastren hasta el fondo del East  River. Aunque Dominique Strauss-Kahn, además de olvidarse el teléfono móvil, se dejó el ADN en la habitación y en la ropa de la denunciante, la cuestión clave pasa a ser el de las relaciones consentidas o no. El pasado de las personas constituye un problema en el sistema legal cuando se trata de dilucidar estas cuestiones oscuras y sin testigos. El pasado (y presente) de la camarera ha pesado sobre ella como el pasado de Dominique Strauss-Kahn pesó en la credibilidad de los hechos. Por eso, el título de “Predador vs. Mentirosa” no es un simple juego de ingenio y refleja bien la situación con el mínimo de palabras.


Todavía Dominique Strauss-Kahn tiene que defenderse de las acusaciones, ya que ninguno de los cargos ha sido retirado. Pero ya nadie apuesta por un caso en el que la acusación no ofrece credibilidad y se queda en el valor de la palabra de cada uno. Que Dominique Strauss-Kahn regrese a su casa libre no significará que sea inocente, sino que no se ha podido demostrar que sea culpable, algo muy distinto. Más si eres un posible candidato a la presidencia de Francia. La segunda moraleja del caso es que no es la verdad la que te libra, sino la duda, y las dudas tardan mucho en desaparecer.  Son machaconamente persistentes en una carrera política, como un eco de fondo que no cesa, que se repite hasta el infinito. Las dudas se agarran a las mentes de los electorados como garrapatas. Fueron las dudas las que acabaron con las aspiraciones presidenciales de Edward Kennedy, por ejemplo, tras el incidente de la muerte de Mary Joe Kopechne en Chappaquiddick.** Unos minutos bastan para cambiar tu destino y los ¿por qué? te acompañan hasta tu muerte y más allá.
El caso sigue sin cerrar y, aunque se cierre, quedaran demasiadas puertas entreabiertas. La negativa de los socialistas franceses a modificar los plazos de la presentación de candidaturas para las primarias —se cierra antes de que se celebre la vista del juicio— es bastante ilustrativa de que tras las alegrías aparentes por la deriva del caso, la preocupación por mandar a competir con Sarkozy a un candidato “tocado” puede ser un desastre. Todos dieron ya por muerto a Dominique Strauss-Kahn. “Muerto” no significa “culpable”, significa que lo ven como un cadáver político. ¿Tiene opciones  para resucitar? Las que sus compañeros le dejen si asumen el riesgo de ponerse tras un candidato tocado por sus propias debilidades y defectos. La tercera moraleja supone que los que los que más te quieren son los que asumen mayores riesgos y que los zombies políticos nunca regresan con plenitud de facultades.
¿Tiene más moralejas este cuento inmoral? Probablemente tantas como personajes aparecen en la fábula, incluidos todos los que asistimos al espectáculo. El valor de las fábulas suele surgir del fuerte contraste entre sus personajes y lo que representan. Aunque queda mucho por ver, algunos se temen que esto se quede en la fábula del zorro y el zorro.

* Maureen Dowd: “Predator vs. Liar” The New York Times 03/07/2011 http://www.nytimes.com/2011/07/03/opinion/sunday/03dowd.html
** The Boston Globe. Ted Kennedy, Chapter 3: Chappaquiddick. Vídeo: http://www.boston.com/news/nation/articles/2009/02/17/chapter_3_chappaquiddick/



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