sábado, 9 de julio de 2011

(malas) Noticias del mundo: el periodismo y la ética informativa

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En mayo del año pasado, en plena celebración de una mesa redonda sobre “Mujeres, inmigración y medios de comunicación”, los alumnos de periodismo se levantaron de sus asientos para decir “¡nunca nos hablan de esto!”. Con “esto” se referían a un periodismo que tuviera como centro de su actividad los problemas sociales reales ,más allá del sensacionalismo, y de los problemas de la propia profesión periodística enfrentada a una sociedad mercantilizada. 
A la mañana siguiente ya habíamos hecho los primeros movimientos para asegurarnos que en octubre podríamos comenzar un curso, que llamamos “Periodismo de integración” en referencia a los efectos sociales disgregadores producidos por una “mala información”, entendida como una información disociada de la realidad. Durante un año hemos podido hablar de los problemas de una actividad esencial en la democracia y de las necesidades y condicionamientos que tiene en un sistema en el que la información se convierte en mercancía y el profesional pasa a ser un mero “comunicador” obligado muchas veces a plegar su conciencia a exigencias exteriores. Tratamos de abordar la crisis de una profesión como reflejo de una crisis del sistema y la urgencia de su rearme moral ante una sociedad que la necesita. Cuanto mayor sea la crisis del sistema, mayor necesidad habrá de un buen periodismo realizado por buenos profesionales en donde la palabra "bueno" tiene un profundo sentido y alcance ético. Un buen periodista no es el que consigue muchos lectores, sino el que consigue que sus lectores sean conscientes de la realidad problemática que les rodea.
El cierre fulminante  mañana domingo del diario News of The World tras el escándalo de las escuchas es una evidencia más de una forma de periodismo cuyo sentido se escapa a los límites de la profesión. Pervertido su sentido esencial, el Periodismo se transforma en un monstruoso agente cuya función es la manipulación social, el simple lucro o ambos combinados.

News of the World respresenta el alejamiento de la actividad periodística de sus principios esenciales en busca del puro lucro a cualquier coste. Pero representa algo más. John Carlin*, en El País, apunta a que el origen del caso es más amplio y comienza con el pago de la información, el gran pecado de los medios según su opinión. Es cierto, pero solo una parte. A nadie se le ha podido escapar durante años que el diario representaba el sensacionalismo, por tanto el escándalo sobre los métodos es solo de grado, sobre hasta dónde han podido llegar. Pero el escándalo real viene de las otras implicaciones del caso, sobre las relaciones con la política y con la policía.
El diario británico representa la punta del iceberg de un sistema cuya perversión no es solo comprar la información, sino el olvido de para qué existe el Periodismo. Cada vez ha calado más en el mundo de la información la idea que los medios son empresas como cualquier otra. Y no es cierto. Las empresas de información se crean en el marco constitucional de la libertad de información y tienen un papel esencial en el que sus privilegios solo están justificados por sus compromisos sociales. Los medios son institucionalizaciones de derechos constitucionales que no tienen per se, sino como favorecedores de un derecho general y también constitucional: el derecho a estar informado verazmente en su sistema democrático. Los medios nacen tanto del derecho de informar como del derecho a estar informado. Es cada vez más frecuente que se hable del primero, pero se ignore o infravalore el segundo. Es más, en el equilibrio entre ambos, el peso de la verdad favorece al segundo. Los ciudadanos no solo tenemos derecho a estar informados, sino a estarlo verazmente.
News of the World, por personalizarlo, representa algo más que un tipo de periodismo deleznable. Representa un triángulo entre la información, la necesidad de los políticos de tenerla controlada, y la laxitud de la policía ante unos medios en connivencia con los políticos. El paso de ser útiles a los ciudadanos a ser útiles a los políticos es la verdadera barrera de la perversión informativa y, por ende, de la perversión del sistema democrático. Poniéndose acríticamente al servicio del poder, en cualquiera de sus variantes,  dejan de existir diferencias sustanciales entre los medios en una democracia y los medios de propaganda de una dictadura.
Como todo siempre, se trata de una cuestión de grados, de hasta dónde se llega. Puede que no exista la pureza absoluta de los medios, pero también es cierto que debe estar en su horizonte como ideal para tratar de corregir los desvíos cuya consecuencia para los sistemas democráticos son nefastos.


Hay que distinguir el Periodismo como función, los periodistas como personas que lo practican como vocación y profesión, y los medios como empresas que lo posibilitan. Los tres elementos deben mantener la claridad del fin marcado por sus funciones democráticas. El Periodismo es una actividad esencial en los sistemas democráticos, que debe realizarse honestamente por personas conscientes de su función al servicio de la ciudadanía, en el marco de empresas cuya función es hacer llegar la información veraz al cuerpo social. A diferencia de otro tipo de actividades empresariales, el lucro no debe ser el fin, sino la consecuencia de su actividad. El problema de anteponer el lucro es que es más fácil, como con News of the World, conseguir dinero pervirtiendo los fines de la información que actuando dentro de los márgenes de la ética necesaria para garantizar la salud de ambos sistemas, el informativo y el político.
La proliferación del periodismo y los medios ciudadanos no es más que el resultado de la insatisfacción permanente que el comportamiento de ciertos medios ha ido creando en la sociedad. Hay también un peligro, la tentación a que los medios más rigurosos se ven abocados cuando pierden lectores o audiencias ante la complicada competencia con los vendedores de basura informativa. El contagio del sensacionalismo o del entretenimiento como metas informativo-empresariales son reales y se perciben en unas empresas que ven cómo sus lectores, deformados, pierden interés en saber cómo es el mundo y prefieren que les ofrezcan un mundo falso o desequilibrado, muchas veces inventado, con el fin de ser consumido como si de “fast food” informativa se tratara. No tenemos la información que necesitamos, sino las que nos ofrecen, que acabamos dando por buena. La “agenda” mediática se encuentra cada vez más alejada de la ciudadana.

Las consecuencias de todo esto para el sistema democrático son demoledoras porque desvían la atención de los problemas reales y producen un interés adictivo hacia lo trivial, que pasa a estar en el foco de la atención. En este marco perverso, demagogos y manipuladores, seductores y vendedores de imagen, se alían para hacer de la información un negocio en alquiler, capaces de dirigir las opiniones públicas hacia productos o candidatos según se tercie. El pragmatismo político, como ha ocurrido en Inglaterra, obliga a mirar hacia otro lado ante las prácticas cada vez más violentas con las normas y usos éticos de la información.
Todo esto no es intrascendente. En un sistema democrático, el Periodismo es esencial como actividad informativa que permite a los ciudadanos tomar sus decisiones. No puede haber decisiones libres sin información incondicionada. Los ciudadanos deben conocer el mundo que les rodea de la mejor manera posible para poder conocer los problemas reales y saber el grado de cumplimiento del compromiso de los electos para resolver los problemas. Esa es en esencia la función política de la información en una sociedad democrática. Significa que los medios de información no deben ocultar la realidad problemática mediante acción u omisión (mentiras o silencio) y significa también que gracias a una información veraz podrán exigir a los responsables su grado de responsabilidad en el estado de la realidad. Esto implica siempre un conflicto entre la prensa y el poder en la medida en que el segundo busca siempre que se resalten sus logros y que se silencien sus carencias y fallos. Para el ciudadano es esencial saber que el periodista está de su lado y que la visión de la realidad que se le presenta se hace desde la honestidad y desde un sentido crítico.
En las últimas décadas, el discurso cínico sobre la información ha convertido al profesional en un mero amanuense que pone sus cualidades comunicativas al servicio de unos intereses que no son los suyos ni los de la sociedad. El fenómeno es universal y supone que el informador debe seguir los criterios de las empresas que a su vez siguen los intereses de los grupos económicos y políticos de turno. El nivel crítico se rebaja y todo lo más se aplica con saña a los “enemigos” o rivales de los medios y de los que están tras ellos. El profesional tiene la sensación de ser una marioneta cuya finalidad es traducir al ámbito informativo los intereses de terceros.
Lo ocurrido con News of the World es un primer paso ante lo que está siendo ya una cierta revolución mediática: la toma por parte de los ciudadanos de la función informativa ante lo que consideran una manipulación mediática de la realidad, de su realidad. Todo ello debe llevar a una reconsideración de los planteamientos éticos, esenciales en el Periodismo, por parte de los profesionales y las empresas informativas. Todos lo necesitamos para mejorar la salud democrática de nuestras sociedades. 

* John Carlin “Fresas con nata” El País 9/07/2011 http://www.elpais.com/articulo/opinion/Fresas/nata/elpepiopi/20110709elpepiopi_12/Tes


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.