miércoles, 1 de junio de 2011

La eficacia ineficaz o la crisis de los pepinos


Joaquín Mª Aguirre (UCM)

la bacteria E.coli
La “crisis de los pepinos españoles” ha pasado a ser la “crisis de los pepinos” a secas. Por dos motivos, porque parece ser que los pepinos españoles no son los responsables de la epidemia y las consiguientes muertes, y porque la Consejera de Sanidad de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks, casi se ha cargado el sector. Alemania ha dado marcha atrás y ya no le pone nacionalidad a los portadores de bacterias y tampoco cara, porque ya se habla de “verduras” y “hortalizas”. Los pepinos holandeses también se han visto implicados en el asunto. Esto, dentro de lo que cabe, es una buena noticia porque, dadas las distancias existentes entre Almería y Holanda, hacen más probable que el origen sea el manipulado en destino más que en producción. El hecho de que los enfermos fuera de Alemania sean alemanes o personas que han estado en Alemania, redunda en la misma hipótesis.
La crisis sanitaria es grave. Se entiende que se extremen las medidas de seguridad, pero no que se “acuse” sin los datos suficientes. Pero esta es la diferencia entre un político y un científico. Donde los investigadores dicen “no podemos afirmar que los pepinos españoles sean los causantes de las infecciones”, el político ve otra cosa. Es evidente que son más importantes las vidas humanas —una sola— que la crisis de un sector, pero hay una diferencia grande entre extremar las medidas de seguridad y “extremar” las acusaciones. La primera acción es positiva y responsable; la segunda absolutamente irresponsable e ineficaz. ¿Por qué se prefiere la segunda a la primera?
La respuesta es la “imagen de eficacia”, que no debe confundirse con la eficacia, y cuya diferencia puede ser medida en la indemnizaciones que se le van a pedir a la Alemania de Angela Merkel por los daños causados al sector. Es evidente que el hecho de que se encuentre la bacteria de marras —la Escherichia coli enterohemorrágica (EHEC)— en alimentos de distinta procedencia traslada el problema del origen al punto de llegada. En Hamburgo hay, a fecha de hoy, 569 pacientes —1.400 en Alemania—, 15 muertos más una en Suecia, según informaciones del diario El País.* Hay dos afectados españoles, sí, pero uno está ingresado en Alemania y el otro pasó unos días allí. Lo mismo ocurre con la persona fallecida en Suecia, había estado también en Alemania. Todo remite allí, a la vista de lo que hoy sabemos. Las epidemias tienen una lógica de la expansión; cuanto más cerca del origen se haya producido la contaminación, más extensa debería ser la distribución, un área mayor. Es como un disparo de escopeta, los perdigones de dispersan en la distancia. Sin embargo, esto no es lo que ocurre; por el contrario, está muy localizado en destino, al final de la cadena.
La vía investigadora abierta por los científicos, que son los que deben aportar información fiable del caso, debe servir para que las autoridades tomen decisiones. El problema es que muchas veces los políticos no toman las medidas más eficaces, sino las que les hacen parecerlo, las más drásticas, porque prefieren ser tachados de severos en la protección de sus ciudadanos a que posteriormente se les acusé de haber sido tibios. 

Consejera de Agricultura de Andalucía
Los políticos españoles se vuelven chauvinistas del pepino en su intento exculpatorio y se siente obligados a ingerir pepinos, mientras los políticos alemanes continúan la caza de brujas verdes. Pero a los que acusan les compete la carga de la prueba. Mientras, los científicos alemanes siguen su camino corrigiendo con los datos las imprecisiones o generalizaciones políticas. Muchas veces, lo sensato llega tarde. También sería irresponsable, en el mismo sentido, que los políticos españoles se volvieran cerriles y no investigaran la posibilidad de que la bacteria hubiera salido de aquí. Hay que realizar todos los análisis posibles para dejar claro, por motivos de seguridad, no por politicos, que esos productos pueden ser consumidos sin riesgo.
El criterio de este tipo de situaciones debe ser tomar medidas de seguridad generales y preventivas antes que acusadoras. No solo por los daños causados, sino especialmente por dirigir las miradas hacia algo que puede no ser el foco. La falsa seguridad que produce decir saber dónde está el problema, puede hacer bajar la guardia frente al portador o portadores reales de la bacteria. Holanda, que también se ha visto perjudicada por las acusaciones de Hamburgo, ha ido más lejos y ha contraatacado llamándolos inútiles.

Olaf Scholz y la ministra consejera de Sanidad en la comparecencia "exculpatoria"
 
El alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz, ante las críticas y protestas españolas, se ha permitido la humorada de decir que no tiene “ninguna duda de que los políticos españoles quieren solucionar el caso y no hacer política con él”*. De esta forma el alcalde Scholz, que ha comparecido junto su ministra de sanidad, se presenta como un político ejemplar, preocupado por la salud de sus ciudadanos, y capaz de tomar cualquier medida, por dura que sea, con tal de garantizar el bien general. Los que protestan por su “irresponsabilidad responsable” son malos políticos que utilizan sus críticas para ganar votos en sus feudos. Así son en el Sur. La apabullante victoria del reciente alcalde Scholz en las últimas elecciones —25 puntos de diferencia— se la ha subido a la cabeza.
¿Se pueden evitar estos destrozos? Probablemente sí, si se dice honestamente a la ciudadanía el estado de las investigaciones científicas, lo que se sabe y lo que no se sabe, y se les insta a tomar medidas de seguridad. La bacteria desaparece con una simple cocción. Los políticos de éxito como Herr Scholz, en cambio, necesitan más tiempo en la olla.

* “Alemania exculpa a los pepinos” El País 1/06/2011 http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Alemania/exculpa/pepinos/elpepusoc/20110601elpepisoc_2/Tes#despiece1


El pepino: ¿héroe o villano?


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