martes, 31 de mayo de 2011

“Si la gotas de lluvia fueran de chocolate…” canciones contra el miedo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Martha Rivera

¿Qué hacer cuando los disparos resuenan en una escuela infantil? ¿Qué hacer cuando se está produciendo una batalla entre narcotraficantes a pocos metros de donde estás? Nos llega de México la noticia de la condecoración en Monterrey, por el Estado de Nuevo León, en el norte del país, de una maestra, Martha Rivera, que supo mantener la calma de los niños de su clase en mitad de una refriega de narcos en los alrededores de la escuela.
La semana pasada concluimos nuestro Seminario de Periodismo de Integración con la visita a la Complutense de los alumnos del Instituto Tecnológico de Monterrey (Campus del DF) que han realizado de forma paralela el curso desde allí. En las Jornadas tuvimos ocasión de escuchar de primera mano la realidad en la que se encuentra México a través de las exposiciones que realizaron los alumnos sobre sus investigaciones periodísticas. Varios de ellos abordaron el problema del narcotráfico y del creciente control económico y social que posee, más allá del negocio de las drogas, que se les ha quedado corto en beneficios, por la proliferación de los cárteles. Lo que nos expusieron deja descoloridas las informaciones que habitualmente nos llegan y nos hace plantearnos la necesidad de informar más y mejor sobre lo que ocurre en México. Es necesario ir más allá,  pese a las limitaciones que las muertes constantes de periodistas, uno de los sectores más sujetos a intimidación, producen.  Han llegado a un punto en el que las informaciones relevantes tiene que publicarse fuera de México para evitar las represalias; la prensa local sufre ataques constantes y ha renunciado a dar cuenta de la violencia cotidiana, que ha generado en el país cerca de 40.000 muertes. La penetración social del narcotráfico también ha llegado a la prensa, como a otros sectores de la vida empresarial, y es sometida a violencia y extorsión permanentes.
Por eso, las imágenes que nos llegan de la maestra calmando a los niños durante una reyerta cercana son muy impactantes. Nos muestran no solo la violencia, sino la supervivencia en ella. Más allá de las imágenes de los muertos, estas imágenes no sitúan en el centro de lo cotidiano y lo vemos sacudido por la irracionalidad. Según declaraciones de la maestra, se limitaron a aplicar los protocolos para estos casos en las escuelas. Los niños hacen simulacros de ataques de los narcotraficantes a las escuelas o en sus proximidades para saber lo que deben hacer en estos casos.
Es terrible que el narcotráfico en México se asemeje a un desastre natural o a un accidente y se realicen simulacros de actuación como los niños de Japón lo hacen para los terremotos o los de otras partes del mundo para los incendios. A diferencia de estos casos, los profesores pueden explicar las causas naturales, pero ¿qué explicación se puede dar a la irracionalidad de una guerra a muerte en la puerta de tu escuela? La muerte y la violencia se han convertido en algo cotidiano, algo que muchos ya prefieren ignorar como un mecanismo de pura supervivencia mental.
En mitad del ataque, con todos en el suelo, la maestra trata de calmar a los niños y les propone a cantar una canción. Rápidamente su mente busca y le devuelve una canción sobre la utopía, sobre un mundo añorado e inexistente en el que las gotas de lluvia son de chocolate. Mientras su voz transmite tranquilidad a los niños, que se suman todos a la canción, probablemente esté rezando para que las gotas de lluvia, de chocolate en ese mundo ideal, no se conviertan en gotas de sangre.

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