domingo, 22 de mayo de 2011

Persona y personaje: los medios y la vida privada de los políticos


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El caso de Dominique Strauss-Kahn, que se va aclarando poco a poco en sus circunstancias, va dejando un viejo problema de las relaciones entre la prensa y los personajes públicos. Desde que se produjeron los acontecimientos de la suite neoyorkina se suceden dos etapas informativas que suelen ser características en estos casos: la etapa del asombro estupefacto en el que lo predominante es la sorpresa, la indignación, el agravio, la conspiración, etc., y una segunda etapa en la que se van desvelando los aspectos del presente y los del pasado. En la segunda etapa, van apareciendo casos, precedentes, pautas de comportamiento que nos hacen ver que lo que ha ocurrido no es tan sorprendente. Que los medios franceses desvelen ahora los casos en los que se había visto involucrado Dominique Strauss-Kahn, que aparezcan ahora los testimonios, las páginas de los libros, los blogs en los que se mencionaban intentos de violación anteriores, como el caso de la periodista Tristane Banon, de abusos de poder con sus subalternas, etc., es sintomático de un estado defectuoso de la opinión pública y de una dejación mediática. Los franceses están viendo un Dominique Strauss-Kahn enfrentado a problemas más allá de su afeitado.

La foto oficial
El diario El País escribe: «Hipnotizados, los franceses se preguntan quién es de verdad el brillante economista y socialista millonario a quien parecían dispuestos a elegir como jefe del Estado.»* Pero esta hipnosis, como la denomina el diario, no es la que se está produciendo ahora, sino la que se había practicado anteriormente con la opinión pública. La hipnosis es la que ocultaba, en una ensoñación fascinante, la realidad de la personalidad de “DSK”. La creación de un personaje irreal, “DSK”, frente a una persona real “Dominique Strauss-Kahn” es el resultado de nuestra concepción mediática de la política. El personaje oculta a la persona. Hemos convertido a los políticos en actores, imágenes prefabricadas por las agencias de comunicación, que nos muestran las facetas, reales o inexistentes, que los votantes convertidos en públicos quieren ver. Cuanto mayor es la distancia entre el personaje y la persona, mayores son las posibilidades de quiebra.
La distinción entre la vida privada y la pública puede estar clara, pero también lo está que es la misma persona, y que el modelo “Jeckill y Hyde” no se manifiesta de forma maniquea y escindida en la realidad, sino que somos unidades de acción. Si existe distinción entre la vida pública y la privada, también es cierto que existe distinción entre una vida privada normal y una depravada. No deja de ser curioso que lo único que parecía haber causado un amago de escándalo en la vida de Strauss-Kahn haya sido su exhibición de un lujoso coche.
Ante la creación de una burbuja de silencio respecto a los aspectos negativos y la ponderación de los aspectos positivos, debemos preguntarnos cuál es el papel de la prensa en todo esto. Con la creación de una personalidad que se ofrece de una forma distorsionada, limando sus aristas peligrosas, nos parece lógico que más del 50% de los franceses pensara que se trataba de una conspiración política. Suponemos que con la revelación de cada nuevo episodio, este porcentaje de creyentes en las teorías de la conspiración irá disminuyendo hasta quedarse en aquellos que no son capaces de ver más allá de su prejuicio, los que no salen de la hipnosis. En una entrada de este blog señalamos que quizá la limpiadora guineana del hotel, sin quererlo, le había hecho un gran servicio a Francia. [ver entrada]

Tras la imagen idílica, la caricatura

Lo que nos revela este caso es la delicada posición de la prensa en este tipo de situaciones. Su función no es actuar como gabinete de prensa de los partidos o de las personalidades. La prensa europea adolece de este defecto en muchas ocasiones. Existe demasiada apuesta por los líderes políticos. El mejor servicio que la prensa puede hacer a los ciudadanos de cada país no es tratar con guante blanco a sus políticos sino, por el contrario, mantener una posición de observación y vigilancia para asegurarse que lo que deba saber cualquiera persona que tenga que depositar su confianza y su voto en un futuro o presente dirigente, lo sepa. El temor a caer en el sensacionalismo o en la difamación es comprensible. Pero lo que es incomprensible son los silencios interesados en que caen en los casos que merecen más credibilidad.
A diferencia de la prensa europea, la estadounidense, que también extrema sus mecanismos para evitar caer en la difamación y arriesgarse a demandas millonarias, actúa cuando considera que existe un caso del que deba informar a la ciudadanía. La tradición de los casos Watergate y Clinton, con las diferencias sustanciales entre los motivos de ambos, nos muestra que van más allá de la teoría.
Lo importante es señalar que la connivencia de los políticos con los medios de comunicación no suele traer buenos resultados para los ciudadanos ni para la política en general. Tampoco a los periodistas ni a los medios, que pierden su credibilidad e independencia. La teoría de la separación de la vida pública y privada solo tiene sentido cuando no encubre los actos delictivos o potencialmente peligrosos que los ciudadanos deban conocer. Es necesario proteger el derecho a la intimidad de cualquier persona, pública o privada, si, pero proteger no es encubrir. No deja de ser irónico que en unos momentos en los que se hace exhibición y comercialización de la vida privada a través de medios como la televisión con sus realities, los periodistas estén actuando como silenciadores o maquilladores de actos que van más allá de lo meramente privado o íntimo. Sirva en su descargo que muchas veces se ven frenados por los intereses empresariales y políticos de los propios medios y de los que los rigen.
Una vez recuperados del choque y de la indignación, los franceses empezarán a pensar en la vergüenza de la que se han librado si un caso como este hubiera ocurrido con Dominique Strauss-Kahn en la presidencia. Como ocurre en Italia actualmente, tendrían que pasar por la vergüenza de tener que salir a la calle pidiendo dignidad nacional. [ver entrada] Los europeos, en general, nos hemos librado también, ya que esto nos afecta a todos si vamos en el mismo barco.

* “Excesivo DSK” El País 22/05/2011 http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Excesivo/DSK/elpepusocdmg/20110522elpdmgrep_6/Tes

De la protección de la imagen a la exhibición negativa


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