domingo, 24 de abril de 2011

Misrata respira


Joaquín Mª Aguirre (UCM)

“Solo llorar y gritar”, dice hoy una joven al reportero de Euronews antes de subir al barco que les llevará a Bengasi. Ha sido un auténtico martirio. Dos meses de asedio brutal con artillería, carros y la mortífera y desmoralizadora eficacia de los francotiradores infiltrados. Dos meses de destrucción indiscriminada sobre una población que se ha defendido hasta lo imposible superando todas las estrategias de las tropas de Gadafi.
Lo hemos dicho ya, con Gadafi no hay normas. Los militares honrados que quedaban desertaron en su momento antes que volverse contra su pueblo. Otros lo pagaron con su vida. La importación de mercenarios para cubrir las ausencias y los escrúpulos era una prueba de que no iba a haber cuartel para nadie. Con Gadafi hay que vigilar las cartas, no retirar un segundo la vista de sus manos. Estamos hablando del hombre que encargó directamente la destrucción del vuelo de la compañía Pan Am en Lockerbie, con 270 muertos, en 1988. Así lo confirmó su ex ministro del Interior al escapar de Libia*. Gadafi reconoció la responsabilidad libia, pero no la propia. Recibió como un héroe al terrorista responsable cuando se le excarceló hace 18 meses, pero negó su orden personal. Ahora sus colaboradores lo señalan directamente. No, con Gadafi no se puede bajar la guardia.
Las imágenes que nos llegaron de Misrata cuando consiguió entrar el barco para repatriar a los extranjeros y a los heridos hasta Bengasi eran desoladoras. Cuando se haga el recuento de la batalla de Misrata habrá mucho espacio para la vergüenza. En Misrata no ha habido dos ejércitos. Ha habido un ejército y un grupo de ciudadanos que han tomado las armas como han podido sabiendo que lo que les esperaba era algo peor que lo que pudieran tener. Los heridos de Libia hacen el signo de la victoria desde los camastros cuando una cámara se acerca en ellos. Vivir, resistir es ya una victoria en ese contexto. Misrata ha estado totalmente aislada, esperando la llegada de unas tropas inexistentes, de un conjunto de camionetas y taxis tuneados para portar armamento, con gente que enciende fuego por la noche y se pone a bailar mientras tiene enfrente al enemigo. Y las casi tropas no solo no llegaban sino que eran obligadas a retroceder de nuevo hasta las puertas mismas de Bengasi. Hay que tener mucha fe en lo que se hace para haber mantenido la ciudad sin ceder al cerco.
En los anales militares quedará para su estudio esta semánticamente extraña y estratégicamente difícil operación militar, el problema de cómo deshacerte de tu enemigo solo defendiéndote, de cómo bombardear sin que la infantería remate y ocupe, o de cómo intentar que los milicianos ganen una guerra sin instrucción ni armamento. Han dejado el listón de dificultades muy alto.
Hay que ver la evolución de Misrata. Gadafi no la va a dejar así. Intentará algo, no puede permitirse un golpe de ese calibre ante los apoyos que le queden. Los paseos por Trípoli para chocar los cinco desde un coche abierto para poder transmitir las imágenes al exterior y hacer ver que no se ha ido, que sigue allí, que no está preocupado, que la gente le ama, pronto serán insuficientes.
El portavoz de Gadafi ha dado a entender que el ejército se retiraba y que serían las tribus locales las que continuarían la lucha por la ciudad. Desconozco lo que las tribus locales puedan sentirse identificadas con los objetivos del coronel, pero supongo que no será fácil convencerlas para que se lancen a una aventura tan incierta y absurda. Cosas peores se han visto. A Gadafi no le importan las bajas. Si puede rodearse de mujeres y niños que le sirven de escudos humanos, tampoco le importará enviar civiles. Cualquier cosa que pueda hacer, lo hará.
Pero hoy hay que imaginarse la inmensa alegría, aunque sea por unas horas, de una ciudad, asediada durante dos meses. Con lo poco que tengan, con esos panes de los hornos que quedan en pie, podrán mirarse unos a otros y sentirse orgullosos de que han conseguido mantener en pie, libre, la ciudad. Hoy, al menos, en Misrata se podrá hacer algo más que gritar y llorar.

* “Gadafi ordenó el atentado de Lockerbie según el ex ministro libio del Interior” Euronews 22/02/2011 http://es.euronews.net/2011/02/24/gadafi-ordeno-el-atentado-de-lockerbie-segun-el-ex-ministro-libio-del-interior/


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