martes, 26 de abril de 2011

Mejor chispas que humo: el camino del tabaco (electrónico)

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En Estados Unidos acaban de resolver un problema clasificatorio importante: donde colocar los cigarrillos electrónicos, los e-cigarrettes.* Este dispositivo sirve para dejar de fumar fumando, porque “fumar” es un acto complejo, la suma de muchos actos: físicos, psíquicos y sociales. Hay dispositivos que sirven para dejar de fumar, como los parches, que implican que ya no “fumas”, porque a nadie se le ocurriría llamar “fumar” a que uno se ponga un parche de nicotina, por más que los cigarros la contengan.
El problema de la clasificación del cigarrillo electrónico en USA implicaba ir por la vía de los dispositivos anti-adicción (la vía medicamentosa) o ir por la del tabaco (la vía fumadora). La primera implicaba la sujeción a toda una serie de normativas reguladoras de los medicamentos; la segunda ir por la vía del original, la del tabaco. La farmacéutica está mucho más regulada: exige experimentación, demostración de eficacia, periodos de prueba, filtros administrativos, regulación de la venta, etc. La vía de equipararla al tabaco es mucho más rápida y menos regulada.


El “cigarrillo electrónico” es un dispositivo que lleva unos cartuchos de nicotina diluida en diversos grados para que el organismo se vaya acostumbrando poco a poco a niveles menores de la sustancia. Parece un cigarrillo. Lleva una luz en la punta y exhala vapor de agua como si fuera humo. No es más que un parche que se “fuma” en vez de ponérselo en un brazo o la espalda. Pero psicológica y socialmente es mucho más, mantiene el acto y la apariencia de fumar. El dispositivo hace que mentalmente sigamos fumando aunque el organismo reciba cada vez menos nicotina, que es el elemento realmente adictivo. Hay entres tres  y cuatro mil sustancias más que entran el organismo junto con la nicotina, pero solo ella es la que hace que nuestro organismo exija más. También hace que los otros nos vean fumando si lo usas.


En febrero saltó en la prensa la noticia de la amonestación de la Agencia de Salud Pública a la compañía que representaba en Barcelona el musical Hair porque se fumaba en escena**. La compañía se defendió diciendo que ellos no fumaban tabaco, sino “una mezcla de hierbas” que les preparaban en una herboristería. ¿Se puede representar “Hair”, el musical hippie, sin que los intérpretes fumen —lo que sea— en escena? ¿Deben mascar chicle, ponerse parches?
En 2007, la MPAA, la Asociación Americana del Cine, que es la encargada de establecer la clasificación de las películas advirtió:

en el pasado, la presentación de adolescentes fumando se ha tenido en cuenta como un factor para la calificación de las películas, junto a otras preocupaciones como el sexo, la violencia o el lenguaje. Ahora, todo tipo de representación del acto de fumar será considerado para la calificación.

A pesar de todo, consideraban que “fumar” era también un acto contextual, histórico, que no podía transmitirse la imagen de un país sin fumadores si la gente fumaba, que no se pueden hacer películas sobre Winston Churchill sin puro o con Sherlock Holmes sin pipa. No es vicio, es historia. La MPAA no quiere tampoco que fumar se muestre como un acto glamuroso. Tienen razón: si se hubiera llevado el realismo al extremo, se debería mostrar a la gente tosiendo y levantándose por las mañanas fatal, pero muy pocas películas lo hacían. Solo en películas con “perdedores”. Los perdedores tosen y se les ponen los dedos amarillos.
Aún así, las diferencias en ambos casos son muy grandes. Un teatro es un lugar cerrado y los actores fuman allí mismo tabaco o canela en rama. Hay público; está cerrado. Va por el lado físico. Lo de las películas, en cambio, va por el lado psíquico: atacar el hábito desde la promoción visual, evitar la emulación glamurosa.
Las películas del futuro representarán a fumadores de cigarrillos electrónicos y a rubias a lo Veronica Lake que echarán sensualmente el vapor de agua sobre la cara a los detectives, o a espías localizados por la punta encendida de la lucecita de su cigarrillo de pega en las sombras de la noche. Aunque en pantalla no habrá diferencia y tendrán que advertirlo en otro rótulo al final, “los actores en esta película fumaban por exigencia del guión y solo con dispositivos electrónicos”, al igual que nos dicen que el caballo que murió en pantalla pasta tranquilo en Oregon.

* “Regulator Will Treat E-Cigarettes Like Tobacco” The New York Times 25/04/2011. 
http://www.nytimes.com/2011/04/26/business/26tobacco.html?_r=1&ref=business
** “Amonestado el musical ‘Hair’ porque se fuma en escena’ El País 14/02/2011 http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Amonestado/musical/Hair/fuma/escena/elpepusoc/20110214elpepusoc_1/Tes


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