martes, 12 de abril de 2011

Llorando en un BMV chino


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La revista ZaiChina* nos cuenta el gran éxito que han supuesto en China los programas televisivos para conseguir pareja. Se han multiplicado por las distintas cadenas copiando el formato occidental: un grupo de chicas someten a un proceso de selección a los aspirantes. Como es propio de estos realities, la selección de los participantes es importante pues son ellos los que deben dar el juego personalizado a lo que es la idea general. Ingenio y descaro suelen dar buen juego televisivo.


Se ha hecho famosa la respuesta de la concursante Ma Nuo cuando uno de los aspirantes masculinos a ser su pareja le pregunto si estaría dispuesta a “montar con él en bicicleta”. Na Nuo, que ha sido calificada por el público como “la de la lengua afilada”, contestó: “Prefiero llorar en un BMV”. 

Desconocemos si la fórmula “montar en bicicleta” representa algún tipo de eufemismo, pero, desde luego, la respuesta de Ma Nuo no lo necesita para su interpretación. Las penas, en un BMV, son menos. Los chinos tradicionales se escandalizan. “Tradicionalismo” engloba en China a una extraña mezcla de comunismo y patriarcado frente a los aires modernos del “Mercado”. Todo es muy raro porque el sistema patriarcal, tal como sostuvo Friedrich Engels, representaba el dominio del hombre sobre la mujer: como padre porque decide su matrimonio y como esposo porque la recibe y controla. Para Engels, el comunismo supondría el triunfo de la pareja por amor frente a la pareja “interesada”, la del matrimonio de conveniencia decidido por los padres en los sistemas burgueses capitalistas. Aquí, como podemos ver, los padres pintan poco y las concursantes más bien se han convertido en autónomas o autogestionarias. Si la teoría de Engels equiparaba al hombre con la burguesía y a la mujer con el proletariado, —“El hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella al proletariado”* (152) —, por extraño que parezca, el programa supondría un ascenso del proletariado en su capacidad de decisión, pero no el triunfo del amor engelsiano.
Pero es que lo del amor se está poniendo un poco complicado en China y no solo por los concursos. Un economista Luo Tianhao*, de la Cheung Kong Graduate School of Businnes (江商学院), en aplicación de las leyes económicas del mercado a la realidad china, ha declarado a la mujeres “un bien escaso”, que como sabemos es el principio del valor de las cosas: lo escaso es caro; lo abundante, barato.
Las medidas propuestas son drásticas y claras. La primera medida supone que si un extranjero decide casarse con una mujer china, deberá pagar impuestos especiales, suponemos que por la exportación, si quiere que salga del país. Así no se producirán pérdidas de patrimonio o será compensado económicamente. Lo que ha causado más irritación de la propuesta de Luo Tianhao —que ha sido bastante general, aunque esto no significa nada— es que el impuesto oscila en función de la belleza de la candidata a ser exportada. Desde el punto de vista de la oferta y la demanda apuntado por el economista, las mujeres más jóvenes y hermosas estarían más solicitadas. Si no se quiere abonar al estado el impuesto, el marido deberá nacionalizarse.
Por el contrario, como segunda medida, los chinos que se casen con mujeres extranjeras se verían favorecidos por ayudas estatales. Algo así como favorecer la importación de materias primas. Las parejas tendrán hijos medio chinos, pero eso no es problema.
Al contrario de lo que ocurre en los países árabes, donde la población joven ronda o supera el 50%, en China los mayores de 35 años son el 70% de la población. El envejecimiento es grande. La distribución por sexos está también desproporcionada. Hay muchos más hombres que mujeres. Aquí, las leyes naturales que tienden a igualar ambos sexos, ha sido modificadas por las leyes políticas que veían en la mujer una fuente de problemas demográficos. Ahora se ven con un grave problema de envejecimiento. Como sociedad crecen, pero desequilibradamente. La política de “un hijo por pareja” admitía la excepción si se trataba de una niña. Se podía ir, a regañadientes, a por la “parejita” para remediar el nacimiento de las hijas.
Por ahora, todo se queda en propuestas económicas, pero nos ayudan a comprender esas extraña mezcla que es China. Con el tiempo, corremos el riesgo de que a algún otro economista chino se le ocurra exigir la repatriación de las niñas que China ha considerado hasta ahora un “bien prescindible” y, por tanto, exportable durante décadas. Friechich Engels, no llegó a ver el extraño sistema que se había desarrollado en China. Le habría resultado complicado explicarlo desde el triunfo de la teoría comunista del amor romántico.

* "Los programas de televisión para encontrar pareja se vuelven políticamente correctos" Zaichina 23/06/2010 http://www.zaichina.net/2010/06/23/los-programas-de-television-para-encontrar-pareja-se-vuelven-politicamente-correctos/** "Tasar a las mujeres chinas para aliviar el desequilibrio demográfico" ZaiChina 7/04/2011 http://www.zaichina.net/2011/04/07/tasar-a-las-mujeres-para-aliviar-el-desequilibrio-demografico/
*** Friedrich Engels (1884, 2008): El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Alianza, Madrid


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