martes, 15 de marzo de 2011

Ojos españoles en las noches libias


Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Me llaman desde El Cairo. Acaban de regresar de Libia. Las emisoras europeas que han mandado a mis amigos periodistas egipcios les han pedido que salgan de allí. Temen que el desastre se cebe en ellos ya que los periodistas, una vez más, se han convertido en el objetivo del silencio. Fuera testigos, fuera imágenes que nos muestren el proceso de borrado, la vaporización orwelliana de Libia. ¿Para qué molestarse en hacer desaparecer fotos cuando es más fácil hacer desaparecer personas? El borrado documental que nos describía Orwell era el de los regímenes empeñados en alterar la Historia. Gadafi la quiere hacer desaparecer. El fin de Libia, si alguien no lo remedia, es vivir a la sombra del gigantesco retrato sonriente de un dictador acartonado.
Pero los periodistas las traen grabadas en su memoria. “Todavía no hemos podido asimilarlas, son muy duras”, me dicen. No es fácil mantener la distancia ante el sufrimiento humano y la indignación es el poso que les queda en la boca.
Mientras la comunidad internacional sigue debatiendo sobre el tipo de intervención —ayer mismo se reunió el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sin llegar a un acuerdo—, Bahrein lo tiene muy claro y ha pedido que entren fuerzas militares y policiales de Arabia Saudí en su territorio por si aquello se les va de las manos. Teóricamente, se trata de proteger los lugares estratégicos, pero la oposición no lo ve así. Lo ven como una ocupación. En clave árabe, el conflicto en aquel país tiene el rasgo peculiar de parecer una partida de ajedrez sobre territorio de Bahrein, una partida entre Irán y Arabia Saudí, entre chiíes y suníes. En Bahrein gobiernan los suníes sobre una mayoría chií y la tentación iraní, los chiíes lejanos pero influyentes, podría complicar las cosas. Arabia Saudí e Irán son enemigos declarados y la clave para entender muchas jugadas enlazadas sobre el tablero global.
Mientras, las tropas de Gadafi siguen avanzando liberando territorios, limpiándolos de cuerpos y almas. Las resoluciones para considerarlo criminal de guerra, llevarlo a la corte penal internacional, todas las condenas, son papel mojado sobre un reino de muertos, los actuales y los futuros, porque el régimen sabe que su supervivencia pasa por el exterminio de cualquier atisbo de oposición. Libia debe convertirse en un templo donde no haya más dios que Gadafi ni más seres vivos que los que le rindan culto.
Occidente y otros países no han tenido reparo durante años en vender armas a Gadafi. El 23 de febrero, el secretario de Estado de Comercio Exterior, Alfredo Bonet, informó sobre la cancelación de las ventas de material militar español a Libia.* Gafas de visión nocturna y piezas de aeronaves es lo que le hemos facilitado al dictador. Aunque no se sabe bien lo que ya les hemos mandado, según consta en la documentación oficial, en el primer semestre de 2010 se había autorizado la exportación por valor de 7’8 millones de euros en material de visión nocturna. Una cantidad similar es la que ha sido cancelada para este año. El procedimiento seguido por el gobierno español ha sido la cancelación de las licencias, conforme al artículo 8 de la Ley 53/2007 de Comercio de Armas, y se teme que esta medida excepcional pueda suponer acciones legales por parte de las empresas españolas “perjudicadas” por la cancelación.
Una vez más, no deja uno de sorprenderse. Las conciencias económicas no entienden más que de economía. Hemos hecho respetable la industria armamentística porque no hay diferencia entre producir coches y carros de combate, bombas y fuegos artificiales. Solo hay diferencias entre las rentables y las que no lo son. La Ley de Venta de Armas parte del curioso principio de que hay que dejar de vender armas al que las utiliza mal. El problema es que no te las devuelven cuando empiezan a utilizarlas mal. No es necesario hacer demagogia; la hacen ellos. Las empresas de fabricación de material militar pueden reclamar sobre lo perjudicial que ha sido que les cancelen las ventas; los muertos no.
Las ventas de material a Libia aumentaron un 7.700% en 2008 tras la visita de Muamar el Gadafi a España en 2007. España esperaba facturar un total de 1.500 millones de euros, según se deprende de uno de los documentos filtrados en Wikileaks (08MADRID34)**. Los dictadores pagan bien. Aznar fue el primer líder mundial en visitar Libia tras el levantamiento de las sanciones en 2003 y los contactos de entonces han concluido en rentables negocios de las empresas españolas hoy, proyectos de colaboración militar, intercambio de información contraterrorista e inmigración… Lo último, las gafas de visión nocturna y las piezas de aviones.
Quizá si algunos se pasaran unos días en las zonas de guerra viendo el uso que se les da a los materiales que orgullosamente fabricamos, ponemos sellos de calidad, y vendemos estrechando manos de los compradores, seríamos algo más cuidadosos. Hemos vendido gafas de visión nocturna a los que, seguro, les están dando un buen uso. Así, las noches libias serán un lugar un poco más tranquilo y seguro gracias a nosotros. Pronto habrá paz.

* “España suspende la venta de armas”. El País 23/02/2011 http://www.elpais.com/articulo/internacional/Espana/suspende/venta/armas/elpepuint/20110223elpepiint_5/Tes
** http://www.20minutos.es/cable-wikileaks/968242/08madrid34-cable-en-el-que-se-detalla-la-visita-de-gadafi-a-espana/ 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.