viernes, 4 de marzo de 2011

Los hermanos Gadafi, la Coca-Cola y El Padrino IV

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El levantamiento de sanciones a Libia tras el cambio en su programa de armamento nuclear abrió un nuevo tipo de enfrentamiento entre el coronel Gadafi y el resto del mundo. Esta vez la batalla fueron las negociaciones con las empresas para su instalación en el feudo de la familia Gadafi. Debemos a WikiLeaks que entre los papeles filtrados salieran a la luz los informes de los responsables norteamericanos sobre la instalación de la fábrica de Coca-Cola.

“The Coca-Cola War”*, como no duda en calificarla The Hufftington Post, supuso una guerra, con armas incluidas, entre los hijos de Gadafi. Los informes enviados por los responsables de la Oficina norteamericana temían ser tachados de fantásticos cuando fueran recibidos. "You know the movie 'The Godfather'? We've been living it for the last few months", señalaban los documentos. Los hermanos Gadafi —de tal palo, tal astilla— se enzarzaron en una disputa por el control de la bebida carbonatada. Mutassim, Mohammed y Saadi, los hermanos Gadafi, reprodujeron las mejores escenas del Chicago de la Ley Seca, solo que por tratarse de un país islámico, en vez de la lucha por el whisky, la lucha se centraba en el control del refresco de cola. Solo la intervención final del Padrino puso algo de paz entre los hermanos. Parece que en la lucha dentro del clan tuvo un papel importante la intervención de Aisha Gadafi, la única hija de Gadafi. Aisha, un auténtico personaje, ha sido Embajadora de Buena Voluntad de la Naciones Unidas hasta su reciente destitución. Se rumoreó que había abandonado Libia con su familia en un avión al que se le negó aterrizar en La Valeta. Ella apareció públicamente desmintiéndolo y, como es ya un rasgo familiar, declarando cuánto la aman todos por allí y cuánto los ama ella.

Aisha Gadafi es abogada, profesora de derecho, y ha llevado casos como la defensa de Sadam Hussein o la del periodista que le lanzó el zapato a George W. Bush. Ha trabajado por los derechos de las mujeres en su país y se ha preocupado por el SIDA. Fue admiradora del IRA en su juventud y de su brazo político, como no podía ser de otra manera con esa sangre corriendo por sus venas.

Hace algunos meses, en octubre, se presentó en Reino Unido para realizar una campaña de lavado de imagen de su padre. Allí declaró, en entrevista a The Telegrah, que dadas las condiciones de su país “era difícil que allí se diera cualquier tipo de revolución”. Buena vista.

El papel de los hijos en estos regímenes autoritarios es el síntoma del continuismo dictatorial. En vez de buscar soluciones en sus pueblos, las buscan en sus familias. Hasta hace poco, Sarif El Islam era visto como la mejor opción a la sucesión de su padre, pero al que se le achacaba la falta de conexión con el Ejército. Por eso se daban más posibilidades a Mutassim, coronel. El futbolista de la familia, Saadi, fue pronto descartado como opción porque no llegó a jugar en su primer equipo italiano por dar positivo en un control antidopaje. Problemillas familiares.

La familia Gadafi, finalmente, lejos ya las disputas por el control de la Coca-Cola, lejos las discrepancias por el dominio de los territorios, lejos los fracasos deportivos, etc., puede dedicarse a ser una familia centrada en el objetivo básico de cualquier familia: amarse unos a otros. Y tratar de sobrevivir.

* “WikiLeaks: How The Coca-Cola War Was Won In Libya” 3/3/2011 The Huffington Post http://www.huffingtonpost.com/2011/03/03/wikileaks-libya-cola-war_n_831008.html
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“Meet Gaddafi's girl - a chip off the old block” http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/africaandindianocean/libya/8053181/Meet-Gaddafis-girl-a-chip-off-the-old-block.html

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