domingo, 20 de febrero de 2011

Tiempo de respuesta

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En una entrevista televisiva al ex ministro español Josep Piqué, hoy presidente de la compañía aérea Vueling, al ser preguntado por la periodista sobre el beneficio que suponía para el turismo de Canarias la inestabilidad de los países del norte de África, el empresario fue contundente en su respuesta: independientemente de cualquier otra circunstancia, como persona, me siento avergonzado por la tibieza y lentitud de Europa en responder. La respuesta de Piqué le honra y muestra que es posible ir más allá del discurso cínico y economicista que preside nuestras relaciones internacionales y, en ocasiones, incluso las internas. Piqué sabe diferenciar lo que es el beneficio económico de lo que es el sufrimiento humano y sabe que nunca se pueden poner en el mismo sistema de medida.

El tiempo de respuesta se va a convertir en una forma de medir la implicación de los gobiernos de los países. Independientemente de cualquier circunstancia, lo que se ha puesto prueba —en lo que a los europeos nos concierne— es nuestra capacidad de compromiso. El futuro de las relaciones internacionales no puede estar más que en la ética antepuesta a cualquier otra circunstancia. Seguir favoreciendo dictaduras o regímenes medievales simplemente porque nos favorecen ya no es posible. Ya no es posible edificar nuestra comodidad sobre el sufrimiento y la opresión ajenos. No lo van a permitir las presiones ciudadanas sobre sus propios gobiernos. Personajes como Muamar el Gadafi, que está cubriendo ahora mismo de sangre su país, deben saber que ya no les será posible acampar su jaima en los jardines de nuestros terrenos cuando pretendan llegar como invitados.

El mundo se ha hecho demasiado pequeño como para convivir con las tiranías. Las proximidades creadas por las nuevas formas de comunicación, la ausencia de intermediarios, de filtros o barreras, la comunicación directa, imposibilitan los silencios que ya solo pueden ser medidos en términos de complicidad. Todos hemos estado en la Plaza Tahrir, de Egipto, y ahora en La Perla, en Bahrein, como todos estuvimos en Nueva York el 11-S. Estamos allí donde sentimos el dolor la injusticia y la arbitrariedad.

Hemos hecho una sociedad global que, aunque algunos solo la vean en términos de mercado, va más allá de lo económico. Los lazos que se están creando son más intensos que los comerciales. Por un lado van las empresas, pero por otro está creciendo un sentimiento de comunidad global. Los problemas son comunes ya en muchas partes de nuestro mundo, por encima de los continentes, y eso aúna a la gente. La ola de protestas se extiende porque los problemas se extienden. Quien no lo entienda seguirá recibiendo sorpresas en el futuro. Las relaciones internacionales tienen que asumir —más allá de la geoestrategia, más allá de los intereses empresariales— el nuevo fondo ético que surge de esta reducción espacial que nos convierte a todos en copartícipes de lo que ocurre en cualquier lugar del mundo.

Afirma Mohamed El Baradei en la entrevista concedida al diario El País (“Hay que acabar con el régimen” 20/02/2011)* que Estados Unidos y Europa han sido lentos en sus reacciones, en “desligarse del régimen” y que eso les ha hecho perder credibilidad. Van a ser necesarios interlocutores creíbles en el futuro y su credibilidad se va a medir por el tiempo de respuesta.

*http://www.elpais.com/articulo/internacional/Hay/acabar/regimen/elpepuint/20110220elpepiint_4/Tes


2 comentarios:

  1. Del todo de acuerdo. Y no sólo los gobiernos. También a título individual. El otro día preguntaba yo en Fb por qué había habido tanta agitación y algarabía con Egipto y, en cambio, apenas nadie hablaba de Bahrein.
    Un abrazo, Joaquín.

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  2. Claro. Los gobiernos son solo una parte. Hay que empezar por cambiar la forma de medir la realidad que algunos tienen. Como comenté el jueves ("Dos viernes"), hay gente que solo le preocupa lo de Bahrein porque se va a quedar sin la carrera de Fórmula 1. Fíjate en Libia ahora mismo.
    Un abrazo y gracias por el comentario.
    Joaquín

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