lunes, 21 de febrero de 2011

La purga de los dictadores

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

No hay precedentes. Los acontecimientos a los que estamos asistiendo son únicos en la Historia. En el periodo de apenas dos meses se está hundiendo un sistema. Es como una revolución-relámpago, una Blitzkrieg revolucionaria. No hay comparación posible con la caída del bloque soviético porque aquí no había un bloque, sino una serie de países con perfiles muy distintos y con un cuadro clínico similar: autoritarismo, estatismo, y corrupción. ¡Y juventud!

Podemos hablar de la aceleración de los tiempos, de lo que queramos, para explicarlo, pero el único hecho cierto es que una parte del mundo se está purgando de sus dictadores. Quizá tardemos mucho en comprender los orígenes o en calcular sus consecuencias, pero el hecho cierto es este: están cayendo uno tras otro. Entre los manifestantes de los diversos movimientos de protesta está circulando un cartel común. Recoge los retratos fotográficos de los dictadores que van cayendo y los van tachando.

Italia, que ya soportaba bastante desgracia con el ridículo faldero de su presidente, acaba de hacer rebosar su propio recipiente fecal. El diario El País señala hoy:

“El sábado, ante las primeras señales de las protestas, Silvio Berlusconi explicó que no había llamado a su amigo Gadafi porque no quería "molestarlo" mientras la situación estaba en curso, y añadió que le preocupaba que los acontecimientos puedan desembocar en una crisis migratoria.”*

La teoría que enunciábamos ayer sobre la correspondencia entre intereses y contundencia se vuelve a confirmar. Gadafi arrastrará a Berlusconi, no los líos de faldas. ¡Qué ironía tan inesperada! Tarde y mal, el gobierno italiano da una demostración más de lo impresentable de la vieja diplomacia de los intereses.

Como europeos, a todos nos ha salpicado Italia y su inconsciencia, el cálculo retrógrado y cómplice. Gadafi caerá porque en la Historia, como en la Física, funciona la Ley de la gravedad que dice que los muertos pesan más que el aire y se te acumulan sin posibilidad de arrojar lastre. Tanto horror arrastra a los canallas y a los idiotas que les aplauden o miran para otro lado. Como europeos, al menos nuestra imagen como origen de la democracia ha quedado a salvo por la contundencia del Ministro de Exteriores de Luxemburgo, que ha condenado sin tapujos al dictador libio. ¡No hay como ser un país pequeño para tener dignidad!

Poco a poco, se van tachando de las fotos más rostros grotescos, caras que adornan miles de paredes y despachos, que saludan desde avenidas y rotondas a los pueblos que los padecen. Rostros acartonados, pieles estiradas. Estamos aquí, parecen decirles desde los carteles, y aquí seguiremos. Los pueblos que padecen a estos tiranos, los miran cada mañana, cada día, cientos de veces, convencidos de que son inmortales, de que cuando ellos se eleven a cualquier cielo a disfrutar de lo que rapiñaron en vida, sus hijos y los hijos de sus hijos les seguirán en su labor diaria de imponer el miedo y esquilmarlos. Pero ese miedo parece que se ha terminado y los pueblos han comenzado a purgarse.

Con dolores de distinta intensidad, con rastros de horror y sangre, pero con la misma eficacia, irán cayendo y su memoria será maldita con la misma intensidad y fervor con el que exigieron pleitesía.

* “Italia pone en alerta máxima todas su bases militares” 21/02/2011 http://www.elpais.com/articulo/internacional/Italia/pone/alerta/maxima/todas/bases/militares/elpepuint/20110221elpepuint_17/Tes



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