viernes, 18 de febrero de 2011

Dos viernes distintos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Hoy se celebran dos viernes distintos, el Viernes de la Victoria en la Plaza Tahrir de El Cairo y un Viernes de Cólera en Argelia. Hay más viernes de cólera que de victoria. Los hay en Yemen, en Bahrein, en Libia, en Irán… Todos siguen acumulando muertos en calles y plazas. En estos momentos, a primeras horas de la mañana, los medios mencionan ya más de una docena de muertos en Libia. El día está comenzando. “Los libios han roto hoy la barrera del miedo”, dice el opositor en el exilio Faiz Jibril.

Los pueblos se han contagiado de su deseo de cambio. Han visto que es posible recuperar su protagonismo y que la acumulación de corrupciones que los han mantenido en la pobreza y la desesperación es insostenible. Las cifras que salen a la luz sobre las fortunas de estos dictadores iluminados, civiles y militares, y sus familias son doblemente escandalosas: por las cantidades en sí y por las de la pobreza en sus respectivos países. Gran parte de ese dinero viene de los que han pagado en caja B para poder instalar sus empresas. Porque en estos países la desesperación era ver que, entrara el dinero que entrara, la caja A siempre estaba vacía.

Los pueblos aprenden, pero también lo hacen los dictadores. Los ejemplos de Túnez y Egipto han cundido como ejemplo de los ciudadanos que desean libertad para prosperar y regir sus vidas. Pero también ha sido ejemplo para los gobernantes que no quieren cometer los errores que han provocado la salida del poder de sus colegas. En la capital de Bahrein, Manama, se ha evitado por todos los medios que la plaza de La Perla se convirtiera en una nueva Tahrir. Los manifestantes decidieron cambiarle el nombre, pero ha sido tomada y desalojada por las fuerzas policiales y el ejército. Ha habido muertos. Los gobernantes saben que una nueva Tahrir es muy peligrosa.

La tragedia de la Plaza de la Perla preocupa mucho a algunos: “Si no se tranquiliza la situación hasta el miércoles, creo que tendremos que cancelarla”, dice Bernie Ecclestone, el patrón de la Fórmula 1. Se refiere, claro está, a la carrera que habría de celebrarse en Bahrein. No sé qué entiende Ecclestone por tranquilizarse. Quizá crea que las revoluciones se controlan sacando el “coche de seguridad”, el safety-car. Lo malo es que aquí el safety car suelen ser tanques y otros vehículos con un sentido de la seguridad muy distinto al de la Fórmula 1.

El ejemplo de Ecclestone es revelador de la insensibilidad de muchos, de la indiferencia ante lo que tienen delante y no quieren ver. Mientras algunos se encuentran francamente preocupados por la celebración o no del circo de la Formula 1 en Bahrein, a otros les importan más los muertos acumulados en sus calles. ¡Pobres de nosotros si lamentamos que nos quiten nuestra distracción deportiva dominical por los barullos que montan los demás!

El Viernes de la Victoria en Egipto se convertirá —estoy seguro— en un gigantesco grito de apoyo a las otras plazas de Tahrir existentes hoy en el mundo, de la misma forma que Túnez les envió el “¡seguid, seguid!” a los egipcios cuando estos se encontraban reivindicando su libertad y luchando por conseguir sus derechos.

Se intentará que sus ecos no lleguen hasta Libia, Argelia, Yemen Irán o Bahrein, pero acabarán llegando. Siempre acaban llegando, más tarde o más temprano.



2 comentarios:

  1. Asombrada, una vez más. Te acabo de recomendar (tu blog) en Facebook donde estamos varios alumnos tuyos del Máster. Les alegrará saber que pueden leerte aunque ya no te vean.

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  2. Gracias, Rosa. El asombro es siempre lo que pasa y lo poco que se ve, por más que hayamos llenado el mundo de cámaras. Tampoco yo me he vuelto invisible. Además de leerme, se puede tomar café. Un saludo, Joaquín

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